¿QUE SIGNIFICAN

LAS VESTIDURAS VILES?

 

Querido amigo, querida amiga, le formulo una pregunta muy personal: ¿Vive usted de tal manera que pueda permanecer ante Cristo si en este preciso instante él viniera para llevarlo a casa? ....¿O con este encuentro saldría algo a la luz que le incomodaría porque usted creía que nadie sabía al respecto?

 

Si usted tuviera que admitir que la “vestidura de la salvación” y el “manto de la justicia” en usted están manchados, ¿Qué es lo que debería hacer entonces?... ¡Pues Venir a la luz!

 

Tal como está, con su impureza, con su vestido sucio, venga y entre en la presencia del Señor. No se avergüence de derramar ante él y de confesarle toda la suciedad de sus pecados.

 

Si lo hace, le garantizo que recuperará su completa libertad y gozo de cristiano renacido. Para visualizarlo veamos un ejemplo bíblico. El profeta Zacarías escribe: "Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle." (Zac 3:1-3)

 

En esta visión del profeta Zacarías tenemos la respuesta a un grave problema de la vida diaria de muchos creyentes. El problema es el de la condenación en los hijos de Dios y hacia los hijos de Dios.

 

Quien es este Josué?. Recordemos que el pueblo de Israel a causa de su rebeldía, por alejarse de Dios y de sus mandamientos, por tolerar, aceptar y hacer concesiones a las religiones de otros pueblos, y por su olvido de Aquel que les había dado muchas pruebas de su amor, Dios se había alejado de su pueblo. 

 

Dios incluso permitió que su pueblo pasara por el cautiverio en Babilonia. Durante 70 años fueron cautivos. Pero al cumplirse este tiempo señalado por Dios que duraría el cautiverio, levantó hombres como Esdras, Nehemías, Zorobabel, descendiente de David,  y les dio gracia ante el rey persa Ciro para que regresaran a reconstruir Jerusalén, el templo, las murallas y poblar de nuevo su tierra. Pues entre estos hombres ahí estaba Josué, descendiente de Aarón, sumo sacerdote.

 

Pero Dios, quien ama a su pueblo escogido, sigue amando y perdonará toda transgresión e infidelidad, para dar a su pueblo otra oportunidad de corregir el camino.

 

 ¿Cómo es posible que Dios siga amando "con amor eterno" a un pueblo que le ha dado la espalda tantas veces? 

 

La explicación de esta enseñanza se encuentra en que este hombre, el Sumo Sacerdote,  Josué,  representa a la nación de Israel. Leímos que Zacarías vio a Josué vestido con vestiduras viles, muy sucias, muy inapropiadas para un Sumo Sacerdote. 

 

Las vestiduras en la biblia representan las obras de una persona, así que tenemos aquí que Josué el sumo sacerdote, el que tendría la función de ser el intercesor de Israel ante Dios en el Templo, estaba con vestiduras viles a causa de sus malas obras, sus pecados, sus fallas de cada día, esas cosas que Josué repetía en su vida una y otra vez sin poder resistirse ante las situaciones que lo llevaban cautivo a cometer esas faltas. 

 

Ahí estaba Josué expuesto ante Dios, expuesto en toda su inmundicia. Ahora, la figura de un sacerdote,  según la idea que tenemos de el es la de una persona perfecta, y que siempre hace buenas obras, que siempre hace lo correcto, que debe portarse inmaculadamente, en toda su manera de vivir, o sea estar vestido con vestiduras sin manchas. O de otra manera, no puede servir a Dios.  Pero Josué era sencillamente una persona común y corriente, su vida había transcurrido en la condición del cautiverio sin ejercer el sacerdocio pues no había templo en Babilonia, por lo que  no era la persona que se esperaría de un sacerdote. Se trataba de una persona como usted y como yo, y además viviendo bajo la Ley, no en la gracia como ahora estamos nosotros. 

 

La condición del sumo sacerdote Josué era deplorable. No tenia hermosura, ni atractivo, en cambio sus vestidos eran “viles.” La palabra hebrea que traduce como "vestidura vil" significa una vestidura llena de estiércol o excremento. Todo esto simbolizaba la impureza y la pecaminosidad con la que se presentó el sumo sacerdote ante Dios. Esto era grave.

 

Pero él era el sumo sacerdote de Dios. Y el profeta Zacarías lo ve aquí de una manera cruel en toda su cruda realidad, expuesto por Satanás. Él está vestido de vestiduras inmundas, y puede que él haya sido así, inmundo  personalmente. No lo sabemos. Pero sí sabemos que representa a la nación de Israel.

 

Esta descripción resulta curiosa y muy chocante dado que el Sumo sacerdote, que era la máxima autoridad espiritual en Israel, debía estar vestido con unas vestiduras muy especiales, cada prenda que portaba tenía un significado espiritual. 

 

Por otro lado, los rituales de limpieza del Sumo sacerdote según la ley, podían durar horas, dado que, al entrar en el Tempo, la pureza debía ser absoluta.

 

¿Cómo puede ser, de esta manera, que Zacarías haya visualizado a la máxima autoridad religiosa de Israel vestida, nada menos, que con ropas o vestiduras "viles"? 

 

Fijémonos por un instante cómo describe el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española esta palabra: “vil” - bajo, despreciable, indigno, torpe, infame, propio de una persona que falta o corresponde mal a la confianza que en ella se pone.

 

Son estas unas palabras duras de oír pero, ¿acaso no había sido así? ¿Acaso no había Israel traicionado, en más de una ocasión, la confianza de Dios, dándole la espalda para desobedecerle y, llegando incluso, a adorar a otros dioses paganos? 

 

Es por esta razón por la que Zacarías describió a un Sumo Sacerdote vestido con unas ropas sucias, inmundas y con mal olor, ya que él representaba a la nación de Israel ante Dios.

 

Pero intentemos ahora adentrarnos en la mente y el corazón de este Sumo Sacerdote. ¿Qué estaría pensando y sintiendo en semejante situación; sucio, mal oliente y constantemente humillado por las acusaciones de Satanás? 

 

Estaría Josué ahí con la mirada hacia el piso, callado, pensando: “es verdad, soy un fracaso, ya me descubrieron, me lo merezco” sus pensamientos venían a su mente como una catarata de acusaciones que él mismo se hacía y su sentir hacia si mismo era el de un condenado: “si me lo gané, no tengo perdón por ser así como dicen, estoy perdido” Quizás recordaba: (Ec 7:20) Ciertamente no hay hombre en la tierra que haga el bien y no peque.

 

La Palabra no lo menciona, pero podemos imaginar su profundo malestar al tener que presentarse en este estado ante el mismísimo Dios de Israel. Y esto es fácil de imaginar porque quien de nosotros no se ha sentido así: acusado y señalado con toda razón, oyendo esa voz acusadora de Satanás en nuestro interior, o a través de alguna persona que señala nuestra falla y condena nuestra conducta indigna.

 

 Antes que cualquier cosa, debemos decir que él, como sumo sacerdote, es el representante de la nación. En el gran día de la expiación, el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo llevando la sangre del sacrificio ofrecido para la expiación de los pecados de Israel, representando a toda la nación. 

 

Y de la misma manera, Cristo es hoy nuestro representante. Él representa al cuerpo total de todos los creyentes, la iglesia, ante Dios en el presente. La consecuencia de esto es que Josué estaba siendo enjuiciado y sencillamente era culpable de lo que se le acusaba.

 

Pero, ¿Quién le estaba acusando? ¿Dios? ¿La Ley? O ¿El Ángel de Jehová? Leamos de nuevo: Zac 3:1-2 dice: "Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del Ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle."

 

Ahora, el hecho de que Satanás está a su mano derecha no indica que le está apoyando o defendiendo, sino que está allí para acusarle. Y esto es típico de la obra de Satanás. Ap. 12:10 Dice: "Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche".

 

Pero veamos la reacción de Dios ante esta situación. Zacarías, 2:3 dice: "Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda."

 

Esta forma en la que Dios se expresa, a nuestro parecer es bastante moderada, quizás nosotros podríamos utilizar peores palabras hacia Satanás, pero Dios respeta a éste querubín a quien Él ha creado. La criatura de más alto rango creada por Dios fue Satanás. Él fue el primer hijo de la mañana. Y en él fue hallado pecado. ¿Qué clase de pecado? ¿Lujuria, robo? No, solamente fue orgullo. Ése es el problema del hombre. Observemos esta expresión por un instante, Él dijo: "el Señor te reprenda oh Satanás, Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda". 

 

Así es que, la reprensión no fue a causa o a favor de Josué, como hombre, sino fue para defender a Jerusalén, la capital de Israel. Porque también la ciudad representaba a toda la nación. La última parte del versículo 2 dice: "¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?"

 

¿No es este un tizón, (se refirió a Josué), un tizón arrebatado del incendio? El incendio del cautiverio. De ahí salió Josué un carboncito. Pero fue arrebatado del incendio, no se consumió sino que fue restaurado por Dios

 

¿Cuál sería el veredicto de Dios?  "Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala."

 

Aquí tenemos, sin duda alguna, uno de los cuadros más hermosos y fascinantes del Antiguo Testamento. Este hombre, un hombre importante, el Sumo Sacerdote de Israel, manchado por los pecados de su pueblo, acababa de ser absuelto por Dios. 

 

Dios había vuelto a perdonar a su Pueblo. Dios había decidido dar una nueva oportunidad a Israel y a este Sumo Sacerdote. ... Dios estaba borrando los pecados de su pueblo. 

 

Y no sólo eso, ante su acusador, Satanás, Dios le dio un nuevo vestido, unas nuevas ropas, unas ropas exquisitas, unas ropas de "gala", unas ropas para una fiesta de celebración.

 

 Is 61:10  "En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas".

 

Ante Dios, no nos encontramos en una situación mucho mejor que la de ese Sumo Sacerdote. La Biblia menciona que Dios es tan sumamente Santo y puro que hasta nuestras mejores obras son vistas como "trapos de inmundicia" y que "justo no hay ni uno sólo"

 

Pablo mencionó más adelante, en el capítulo 8 de su epístola a los Romanos, en los versículos 31 al 34: "¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿Quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿Cómo no nos dará también con Él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros". 

 

Tenemos un Salvador y se llama Jesucristo. Y cuando nosotros confiamos en Él como nuestro Salvador personal, Él no solamente borra nuestros pecados y nos quita esas vestiduras viles, sino que coloca sobre nosotros un vestido de justicia, de tal manera que Dios nos ve como justos y ya nadie, absolutamente nadie, puede acusarnos ante Él.

 

Sigamos adelante en nuestro estudio del capítulo 3 de Zacarías, versículo 5. "Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ángel del Señor Jehová estaba en pie."

 

Anteriormente hemos mencionado que las vestiduras del sumo sacerdote incluían una mitra o turbante. En la parte frontal de la mitra, había una placa de oro que tenía grabada en hebreo las palabras: "Santo para el Señor". Este turbante o mitra en la cabeza representa sus pensamientos. Las ideas que nos invaden a veces no van de acuerdo a lo que somos. Esta es la razón de que Pablo escribiese en 2 de Corintios acerca de una batalla en nuestra mente a través de los pensamientos que pueden llegar a nuestra mente y que son contrarios a la Palabra de Dios, por lo que hay que identificarlos y llevarlos cautivos o sea desecharlos, no aceptarlos pues no son pensamientos que vengan de Dios sino que provienen del acusador.

 

(2 Corintios 10:3-5) "Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo".

 

Pablo y los que trabajaban con el conocían las maquinaciones de Satanás y estaban alertas para no caer en su juego, (2 Corintios 2:1) para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.

 

Es grave vivir en pecado siendo un cristiano renacido, nadie debería subestimarlo.

 

Pero mi estimado, cobre ánimo y párese con todo su pecado (también pensamientos) en la directa luz del Señor Jesús. Allí quedará de manifiesto que sus “ropas están manchadas”, pero al mismo tiempo también se manifestará que hay algo contra lo cual el diablo no tiene ningún poder: ¡Su eterno llamamiento y elección en Cristo Jesús!

 

Esta elección basada en la fe y en la sangre redentora de Jesucristo y es más poderosa que cualquier pecado. Si un cristiano persiste en su pecado está debilitado y es sumamente vulnerable.

 

Sin embargo, si con este pecado el cristiano se acerca al Señor, la redención lograda en el Gólgota adquiere una nueva fuerza. Y entonces esas preciosas palabras también resonarán sobre su vida: “¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?”

 

En la carta a Judas se exhorta a los hijos de Dios: “A otros salvad, arrebatándolos del fuego” (Judas 1:23). Quien haya aceptado al Señor Jesús en su corazón y en su vida es “un tizón arrebatado del incendio”.

 

En segundo lugar, Con relación a sí mismo, dice la palabra: “Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala” (Zacarías 3:4).

 

Venga a la luz de su Redentor y arrepiéntase de corazón. Tal vez para esto ya no tenga demasiado tiempo.

 

Si lo hace hoy mismo, en este instante también escuchará las palabras: “¿No es éste un tizón arrebatado del incendio? … Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala” (Zacarías 3:2.4).

 

Y si entre nuestros amigos hay alguien que nunca se ha entregado realmente al Señor lo animo: Si usted no se convierte hoy de todo corazón al Señor Jesús, puede llegar el momento en que para usted sea demasiado tarde y “el rey” le dirá a sus “siervos”: “Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 22:13).

 

Cada persona es llamada a participar de la fiesta de bodas. Pero quien nunca se ha convertido, realmente no será de los escogidos. Por eso, vuélvase hoy mismo, arrepiéntase de sus pecados, y acepte al Señor Jesús en su corazón y en su vida.

 

El Señor se lo conceda por gracia.  ...Dios te bendiga.

 

 Bendiciones de Unción de lo alto.

 

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