EL FRUTO DL ESPIRITU

 

Gálatas 5:22-23 nos dice, “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza...”.

 

El fruto del Espíritu, es el resultado de la presencia del Espíritu Santo en la vida de un cristiano. La Biblia dice claramente que cada uno recibe al Espíritu Santo en el momento en que cree en Jesucristo.  Uno de los principales propósitos del Espíritu Santo al entrar en la vida de un cristiano, es el de cambiar esa vida hasta transformarnos a la imagen de Cristo, haciéndonos más parecidos a Él.

 

El fruto del Espíritu Santo está en directo contraste con las obras de la naturaleza pecaminosa descritas en Gálatas 5:19-21, “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas, acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”.

 

Así pues; Gálatas 5:19-21 describe cómo es la gente, en mayor o menor grado, cuando no conocen a Cristo, y por lo tanto no están bajo la influencia del Espíritu Santo. Nuestra carne de pecado produce cierta clase de fruto que refleja nuestra naturaleza, y el Espíritu Santo produce el otro tipo de fruto que refleja Su naturaleza.

 

La vida cristiana es una batalla entre las carne pecaminosa y la nueva naturaleza que Cristo nos da, pero tenemos la promesa de salir vencedores en cristo. la escritura dice. "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas." (2 Cor. 5:17).

 

Como seres humanos caídos, aún estamos atrapados en un cuerpo que desea las cosas pecaminosas. Como cristianos, tenemos al Espíritu Santo produciendo Su fruto en nosotros, y contamos con Su poder para que conquistemos los actos de la naturaleza de pecado.

 

Pero existe una lucha constante. La palabra lo dice. "pero tenemos una lucha contra el pecado. Como dice la escritura.  Por lo tanto, el problema no es con la ley, porque la ley es buena y espiritual. El problema está en mí, porque soy demasiado humano, un esclavo del pecado. Realmente no me entiendo a mí mismo, porque quiero hacer lo que es correcto pero no lo hago. En cambio, hago lo que odio. Pero si yo sé que lo que hago está mal, eso demuestra que estoy de acuerdo con que la ley es buena. Entonces no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí.

 

Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa no existe nada bueno. Quiero hacer lo que es correcto, pero no puedo. Quiero hacer lo que es bueno, pero no lo hago. No quiero hacer lo que está mal, pero igual lo hago. Ahora, si hago lo que no quiero hacer, realmente no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí.

 

He descubierto el siguiente principio de vida: que cuando quiero hacer lo que es correcto, no puedo evitar hacer lo que está mal. Amo la ley de Dios con todo mi corazón,  pero hay otro poder dentro de mí que está en guerra con mi mente. Ese poder me esclaviza al pecado que todavía está dentro de mí. ¡Soy un pobre desgraciado! ¿Quién me libertará de esta vida dominada por el pecado y la muerte? ¡Gracias a Dios! La respuesta está en Jesucristo nuestro Señor. Así que ya ven: en mi mente de verdad quiero obedecer la ley de Dios, pero a causa de mi naturaleza pecaminosa, soy esclavo del pecado". (Rom. 7:14-25).

 

Un cristiano nunca será completamente victorioso en demostrar siempre el fruto del Espíritu Santo. Sin embargo, es uno de los principales propósitos de la vida cristiana, al permitir que progresivamente el Espíritu Santo produzca más y más de Su fruto en nuestras vidas y conquiste nuestros opuestos deseos pecaminosos. Dios desea que nuestras vidas muestren el fruto del Espíritu... y con la ayuda del Espíritu Santo, ¡esto es posible! la palabra dice: "Pues todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas". Fil 4:13

Amor

“El amor es paciente, es bondadoso, el amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Corintios 13:4-7).

  

“Sobre todo ámense los unos a los otros profundamente, porque el amor cubre multitud de pecados” (1 Pedro 4:8).

 

Alegría

“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: regocijaos” (Filipenses 4:4)!

 

“Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:16-18

 

“Y el Dios de esperanza os llene de gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13).

 

Paz

“Tu guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).

 

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo en entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7).

 

“Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos” (Colosenses 3:15).

 

Paciencia

“Confía callado en el Señor y espérale con paciencia; no te irrites a causa del que prospera en su camino, por el hombre que lleva a cabo sus intrigas” (Salmos 37:7).

 

“Aquí está la paciencia de los santos; los que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús” (Apocalipsis 14:12).

 

“El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros; no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).

 

Amabilidad

“Más bien, sed benignos los unos con los otros, misericordiosos, perdonándonos los unos a los otros, como también Dios os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32).

 

“A su alma hace bien el hombre misericordioso, pero el cruel atormenta su propia carne”(Proverbios 11:17).

 

“El amor es paciente, el amor es bondadoso…” (1 Corintios 13:4).

 

Bondad

“Ciertamente el bien y la Misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días” (Salmos 23:6).

 

“Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre” (Santiago 3:13).

 

“De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; Conforme a tu misericordia acuérdate de mí, Por tu bondad, oh, Jehová” (Salmos 25:7).

 

Fidelidad

“El hombre fiel tendrá muchas bendiciones, pero el que se apresura a enriquecerse no quedará sin culpa” (Proverbios 28:20).

 

“Porque por fe andamos, no por vista” (2 Corintios 5:7).

 

“Muchos hombres hay que proclaman su propia bondad, pero hombre fiel, ¿Quién lo hallará” (Prov 20:6)?

 

Humildad

“Vuestra gentilieza sea conocida de todos los hombres. El señor está cerca” (Filipenses 4:5).

 

““Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda la mansedumbre para con todos los hombres” (Tito 3:2).

 

“La blanda respuesta quita la ira, mas la palabra áspera hace subir el furor” (Proverbios 15:1). 

Dominio Propio

“Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene riendas” (Proverbios 25:28).

 

“Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad” (Proverbios 16:32).

 

“Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración” (1 Pedro 4:7).

 

Tener el fruto del Espíritu no es quedarse sentado y esperar a que venga el Reino de Dios. Se trata de esforzarnos por vivir según su camino ahora, en cada pensamiento y acción. Cuando lo hacemos, la paz y la confianza que resultan de estos nuevos ideales y actitudes demuestran por qué es tan necesario que el Reino de Dios sea establecido en la Tierra.

 

El Fruto del Espíritu es el resultado de caminar con Dios. A medida que crecemos en nuestra relación con Dios, nuestra lucha contra el pecado y nuestro amor por Dios y por los demás se fortalece. Esto nos lleva a crecer en amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio. La próxima vez que escuches acerca del fruto del Espíritu, mira tu relación actual con Dios, tus luchas con el pecado y tu comunión con otros creyentes. ¡Esto te mantendrá bajo control para asegurarte de que eres un alegre productor de frutos para Cristo!.

 

Bendiciones de lo alto

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