¿Quiénes fueron los puritanos?

 

El puritanismo fue un movimiento de reforma dentro del naciente anglicanismo inglés, a fines del siglo XVI y cuya influencia se ha extendido hasta nuestros días. Se han escrito cientos de libros que tratan de comprender este movimiento que influyó a personajes tan importantes como Charles Spurgeon (1834-1892) o Martyn Lloyd-Jones (1899-1981).

 

Como mencionamos, muchos hombres de Dios, a través de la historia, han encontrado en el puritanismo una gran fuente de inspiración y edificación. Charles Spurgeon logró recopilar más de 1.000 escritos puritanos en su biblioteca y Martyn Lloyd-Jones patrocinó la fundación de una biblioteca con más de 2.000 libros puritanos y fue un profundo estudioso y seguidor de estos creyentes.

 

La influencia de los puritanos. La influencia de los puritanos es enorme. Fueron pioneros en preocuparse por la alfabetización universal. Mientras en la Inglaterra del siglo XVII la alfabetización no llegaba al 30%, entre las colonias puritanas ascendía al 80% entre hombres y mujeres. La razón era simple: todos debían poder leer su Biblia. Como consecuencia, se promovió la educación universal y gratuita, y se fundaron muchos centros educativos y universidades, como Harvard y Yale. De la misma manera, estaban maravillados ante el amor de Dios mostrado en Cristo y su obra redentora. Para ellos, la vida y toda la enseñanza cristiana debían estar centradas en Jesús. John Owen escribió al respecto en su libro The glory of Christ (La Gloria de Cristo):

 

Una comunidad Ilustrada. Así, el puritanismo generó entre sus miembros una comunidad altamente ilustrada para su época. Ejemplo de ello es que, a mediados del siglo XVII, siete de los 10 miembros del núcleo de la Royal Society en Inglaterra eran puritanos. Importantes teólogos y escritores como Stephen Charnock (1628-1680), Thomas Watson (1620-1686), Richard Sibbes (1577-1635), John Owen (1616-1683), Thomas Goodwin (1600-1680), Richard Baxter (1615-1691) y John Bunyan (1628-1688), autor del Progreso del Peregrino, fueron puritanos. La gran producción teológica y doctrinal de estos teólogos, y de muchos otros, tuvo una invaluable influencia en la vida diaria de todos los creyentes.

 

Los padres puritanos. Los padres puritanos estaban profundamente comprometidos con enseñar las Escrituras a sus hijos y servir como pastores en sus hogares. De la misma manera, los puritanos consideraban que no había una división entre la vida sagrada y la secular; todo su trabajo debía ser hecho para la gloria de Dios. El trabajo duro fue para los puritanos una parte central de la vida cristiana, y lo que llamamos la “ética del trabajo protestante” es un regalo transmitido por ellos.

 

Doctrina de los puritanos. Los puritanos tenían una doctrina robusta de Dios, de su gloria, de su soberanía y de su Santidad y justicia, nunca desligada de Su amor. Tanto sus escritos como sus oraciones muestran una visión de Dios profundamente arraigada a su majestad. Entendieron también que la verdadera adoración es siempre un eco de las Escrituras. Siempre buscaron en la Biblia las respuestas a la verdadera naturaleza, misión y práctica de la Iglesia, y en el proceso edificaron congregaciones con una madurez espiritual y un conocimiento de las Escrituras realmente admirables.

 

Entendiendo el movimiento. Para comprender el origen de este movimiento tenemos que irnos hasta las confusiones amorosas del rey Enrique VIII (1491-1547). En 1534 fue promulgada en Inglaterra un Acta de Supremacía, convirtiendo al rey en "cabeza suprema de la Iglesia de Inglaterra". Con la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón (1485-1536), el rey Enrique VIII y el Parlamento separaron la Iglesia de Inglaterra de Roma, en 1536. En 1547, Eduardo VI (1537-1553), hijo de Enrique VIII, se convirtió en rey. Esto que permitió un avance rápido del protestantismo en el país.

 

«Poco después de la Reforma tres diferentes grupos aparecieron en la Iglesia Inglesa: el elemento romanista, que buscaba amistad y nueva unión con Roma; el anglicano, que estaba satisfecho con las reformas moderadas llevadas a cabo bajo el rey Enrique VIII y la reina Isabel; y el grupo radical protestante que anhelaba una iglesia igual a las establecidas en Ginebra y Escocia. Este último grupo llegó a conocerse como «puritanos» (alrededor de 1654). Se oponían con tanta fuerza al sistema anglicano bajo la reina Isabel, que muchos de sus líderes fueron al destierro.

 

Separación interna dentro del puritanismo. Los puritanos también tenían una división interna de dos elementos: los que favorecían la forma presbiteriana y los que buscaban la independencia de cada sociedad local, conocidos como «independientes» o «congregacionalistas», que eran el elemento más radical. Sin embargo, hasta entonces, todos estos grupos permanecían como miembros de la Iglesia Inglesa. En la lucha entre Carlos I y el Parlamento, los puritanos fueron los campeones de los derechos populares. Al principio el grupo presbiteriano llegó a dominar. Por orden del Parlamento, una asamblea de ministros puritanos celebrada en Westminster, en 1643, preparó la Confesión de Westminster y los dos catecismos, considerados por tanto tiempo como los ideales presbiterianos y congregacionalistas. Durante el gobierno de Oliver Cromwell (1653-1658) triunfó el elemento independiente o congregacionalista. Con Carlos II (1659-1685) los anglicanos asumieron otra vez el poder y se persiguieron a los Del movimiento puritano surgieron tres iglesias: presbiteriana, congregacionalista y bautista.» 

 

La corriente puritana. «Aunque en el lenguaje corriente la palabra «puritano» tiene connotaciones de rigorismo moral, en su sentido estricto el puritanismo fue un movimiento que surgió en Inglaterra durante la segunda mitad del siglo dieciséis y la primera del diecisiete. Su propósito era «purificar» de todas las prácticas papistas, particularmente a lo que se refiere al culto y al gobierno de la iglesia , y de este modo restaurar el cristianismo «puro» del Nuevo Testamento de donde se deriva el nombre de «puritanismo»-. El movimiento llevó a la revolución armada, a la reorganización de la Iglesia de Inglaterra bajo un gobierno de tipo presbiteriano, a la Asamblea de Westminster, y a la ejecución del rey Carlos I en 1649. Tras la restauración de la monarquía, el Acto de Uniformidad de 1662 resultó en la destitución de aproximadamente dos mil ministros puritanos. Desde largo tiempo antes, muchos puritanos habían huido del país, y algunos a la postre se establecieron en Nueva Inglaterra. Aunque la mayoría de los presbiterianos preferían el sistema presbiteriano de gobierno, había entre ellos también congregacionalistas, bautistas e independientes.» 

 

La doctrina de la predestinación. «Como calvinistas que eran, los puritanos sostenían la doctrina de la predestinación. Sin embargo para ellos, al menos en los períodos posteriores del movimiento, la doctrina de la predestinación no era algo que se seguía de la naturaleza de Dios, sino que era más bien una expresión de la experiencia de la gracia. Por tal razón la predestinación no era comprensible igualmente para los creyentes y los incrédulos, sino que era más bien una doctrina de la que solamente podía hablarse dentro del contexto de la fe. Esta doctrina de la elección no produjo en modo alguno el quietismo que según muchos de sus críticos se sigue necesariamente de ella. Al contrario, los puritanos estaban convencidos de que Dios los había elegido, no solamente para la salvación eterna, sino también para colaborar en el plan divino para la humanidad. Por esa razón el activismo -y a veces el buen éxito en ese activismo- vino a ser señal de la elección. No debía malgastarse el tiempo, el dinero o la energía en asuntos frívolos que no parecían relacionarse estrechamente con la seriedad del propósito divino.» 

 

El propósito de la corriente de los puritanos. «Aunque en el lenguaje corriente la palabra «puritano» tiene connotaciones de rigorismo moral, en su sentido estricto el puritanismo fue un movimiento que surgió en Inglaterra durante la segunda mitad del siglo dieciséis y la primera del diecisiete. Su propósito era «purificar» de todas las prácticas papistas, particularmente a lo que se refiere al culto y al gobierno de la iglesia , y de este modo restaurar el cristianismo «puro» del Nuevo Testamento de donde se deriva el nombre de «puritanismo»-. El movimiento llevó a la revolución armada, a la reorganización de la Iglesia de Inglaterra bajo un gobierno de tipo presbiteriano, a la Asamblea de Westminster, y a la ejecución del rey Carlos I en 1649. Tras la restauración de la monarquía, el Acto de Uniformidad de 1662 resultó en la destitución de aproximadamente dos mil ministros puritanos. Desde largo tiempo antes, muchos puritanos habían huido del país, y algunos a la postre se establecieron en Nueva Inglaterra. Aunque la mayoría de los presbiterianos preferían el sistema presbiteriano de gobierno, había entre ellos también congregacionalistas, bautistas e independientes.»

 

La influencia calvinista. «Como calvinistas que eran, los puritanos sostenían la doctrina de la predestinación. Sin embargo para ellos, al menos en los períodos posteriores del movimiento, la doctrina de la predestinación no era algo que se seguía de la naturaleza de Dios, sino que era más bien una expresión de la experiencia de la gracia. Por tal razón la predestinación no era comprensible igualmente para los creyentes y los incrédulos, sino que era más bien una doctrina de la que solamente podía hablarse dentro del contexto de la fe. Esta doctrina de la elección no produjo en modo alguno el quietismo que según muchos de sus críticos se sigue necesariamente de ella. Al contrario, los puritanos estaban convencidos de que Dios los había elegido, no solamente para la salvación eterna, sino también para colaborar en el plan divino para la humanidad. Por esa razón el activismo -y a veces el buen éxito en ese activismo- vino a ser señal de la elección. No debía malgastarse el tiempo, el dinero o la energía en asuntos frívolos que no parecían relacionarse estrechamente con la seriedad del propósito divino.» 

 

Los rasgos y el Legado del puritanismo. Finalmente, el carácter distintivo y más evidente del puritanismo fue su búsqueda apasionada de una vida reformada completamente por la Palabra de Dios.

 

Estos rasgos del puritanismo nos hacen reflexionar sobre algunos problemas que sufrimos en nuestras iglesias hoy, como la excesiva predicación centrada en el hombre, la falta de centralidad de Cristo en la exposición de la Palabra, la escasa confrontación sobre el pecado y, sobre todo, la forma en la que la Iglesia de hoy ha perdido de vista quién realmente es Dios. 

 

Una lección importante del puritanismo para nuestros días es que no podemos desligar la visión, la misión y el quehacer diario de la Iglesia de la Palabra de Dios. Siempre que la iglesia ha copiado modelos seculares para su estructura, funcionamiento y cumplimiento de la misión, termina pareciéndose más a los modelos seculares que al modelo que le demanda la Biblia. Por esa y muchas razones más, vale la pena examinar la forma en la que los puritanos vieron reflejada su vida y la de la Iglesia en las Sagradas Escrituras.

 

El legado del movimiento puritano se hace relevante cada vez que la Iglesia quita su mirada de Cristo y pierde de vista la centralidad de las Escrituras, como está sucediendo hoy de muchas maneras.

 

Bendiciones de lo alto. Fuentes varias.

 

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