Williams Cameron Townsend

 

“La Biblia en el idioma del pueblo es el mejor misionero de todos, porque nunca se enferma, nunca toma licencia y nunca suena como un extranjero”. — Cameron Townsend

 

Lingüista, educador y promotor de la traducción de la Biblia a lenguas minoritarias.

 

Su nombre de pila fue: William Cameron Townsend, pero fue más conocido como Cam (apócope de Cameron), o el “tío Cam” como lo llamaron con cariño sus amigos y colaboradores, y fue un misionero que nunca se adaptó por completo al estilo que esperaban la mayoría de sus colaboradores y patrocinadores. 

 

Aunque nunca se puso en duda su fe, muchos líderes evangélicos no estaban muy de acuerdo con sus métodos. Sin embargo, Billy Graham se refirió a él como “el misionero más grande de nuestro tiempo”. Cuando Cameron murió en 1982, Rafael Winter, del Centro de Estados Unidos para las Misiones del Mundo, lo puso a la altura de William Carey y de Hudson Taylor como uno de los tres misioneros más destacados de los últimos dos siglos.

 

Esto pues la persona que más impulso le dio en el siglo veinte a la obra de traducción de la Biblia fue William Cameron Townsend, el fundador de Wycliffe Bible Translators y del Instituto Lingüístico de Verano.

 

Cameron Townsend nació en California en una etapa económicamente difícil. Su trasfondo era presbiteriano y en su segundo año de estudios en la Universidad escuchó una conferencia dada por el famoso misionero y receptor de un premio nobel de paz John R. Mott. Al año siguiente se enroló con la Casa Bíblica de Los Ángeles como “colportor” para distribuir la Biblia en América Latina.

 

En 1917, en Guatemala tuvo el encuentro decisivo que cambiará su vida para siempre. Se encontraba en una zona de cachiqueles, pueblo originario de la zona, cuando le ofreció a uno de ellos una Biblia en castellano, pero éste le hizo la siguiente pregunta: “Si tu Dios es tan inteligente, ¿por qué no habla mi lengua?”. Esta pregunta hizo que Cameron dedicara los siguientes trece años de su vida a los cachiqueles.

Esos trece años no sólo los invirtió en aquella traducción, otro de sus grandes legados fue la fundación del Instituto Lingüístico de Verano, el cual ha realizado, en la última mitad del siglo veinte, publicaciones académicas que describen y analizan 1724 idiomas, y actualmente su personal especializado está trabajando con otros 1053 idiomas. En cuanto al segundo sueño, para Townsend de igual importancia, él y sus colegas fue el trabajar de forma persistente con entidades locales, gubernamentales y educativas apropiadas para ayudar a que estas personas adquirieran autoestima, dignidad, e identidad nacional.

 

William Cameron Townsend fue un hombre de fuertes convicciones. Su liderazgo en estas organizaciones fue muy marcado, y a veces objeto de polémica, como también lo fue su liderazgo en el SITOS (Servicio de Radio y Aviación para la Selva).

 

Los orígenes de un hombre inquieto

William Cameron Townsend nació en California en 1896 durante el período económico difícil que vino después del “pánico de 1893”, y vivió en la pobreza al principio de su vida. Fue criado en la Iglesia Presbiteriana y, después de terminar el bachillerato, ingresó en el Occidental College, una universidad presbiteriana de Los Ángeles. 

 

Cuenta una historia que en el verano de 1910, Cameron y su familia vivían en una pequeña y desvencijada granja a 16 kilómetros de la ciudad de Los Ángeles, California. Él tenía 14 años y ayudaba a su padre Will en las labores de la granja y era responsable de ordeñar a la vaca. 

 

Cada día la familia se reunía para desayunar y al terminar, Will, el padre les leía un capítulo de una gran Biblia de cuero. El himno “Sublime gracia” era entonado por el padre seguido por la familia. Una característica peculiar del padre de familia era que padecía de sordera permanente debido a un accidente. Sin embargo, la posibilidad de leer la Biblia en inglés y alabar a Dios era un deleite para ellos, así Will, siempre concluía este tiempo devocional con estas palabras: “que el conocimiento del Señor cubra la tierra como las aguas cubren la mar”.

 

En esos años, Cam se enfocó en estudiar, trabajar para sostener sus estudios y tomar decisiones importantes para su vida. Entre otras decisiones, la de estudiar para Pastor en el Seminario, aquella fue una noticia recibida con entusiasmo por su familia, pero la realidad es que el futuro era incierto debido a la guerra mundial.

 

Durante el tercer año de secundaria de Townsend, el visionario líder del Movimiento de Estudiantes Voluntarios, John R. Mott, visitó el lugar de estudios de Cam y desafió a los estudiantes a dar sus vidas a la evangelización del mundo. Esto tuvo un gran impacto en el joven, el cual terminó uniéndose al Movimiento de Estudiantes Voluntarios (en inglés SVM), comprometiendo su vida a la Gran Comisión. 

 

En su tercer año de estudios universitarios, la Casa Bíblica de Los Ángeles solicitó vendedores de Biblias, o colportores, para trabajar en la América Latina, nuevamente Cameron sintió el llamado a ese ministerio, hizo su solicitud y fue aceptado.

Sin embargo, también se había unido a la Guardia Nacional en 1917 y estaba preparado para servir a su país en la guerra. No obstante, fue a obedecer su compromiso de Movimiento de Estudiantes Voluntarios e ir al campo misionero en lugar del campo de batalla, la responsable de esto fue Estela Zimmerman, misionera soltera que había regresado de Guatemala con licencia, quien le dijo que él sería un “cobarde” si “iba a la guerra, donde iría otro millón de hombres, mientras dejaba que las mujeres hicieran la obra del Señor solas”. 

 

Esta reconvención impactó a Cameron, quien finalmente terminó solicitando la baja para convertirse en misionero y recibió con sorpresa la aprobación de su oficial al mando. Esta sorpresa fue aún mayor cuando le dijo que él “haría mucho más bien vendiendo Biblias en América Central que disparándoles a los alemanes en Francia”.

 

Finalmente, Cameron, acompañado por un amigo de la universidad, salió para Guatemala en agosto de 1917 y así comenzó su carrera misionera de más de sesenta años. La venta de Biblias en América Central, donde había tan pocas, parecía al principio un ministerio que valía la pena realizar. 

 

Después vio que sus esfuerzos eran en vano. La mayor parte de su obra era en zonas rurales remotas, donde vivían unos 200 000 indígenas cachiqueles. Estos no querían las Biblias en español y su propio idioma todavía no tenía escritura. Al viajar y familiarizarse con el idioma de ellos, sintió preocupación por esa gente, pero ellos reaccionaban con lentitud y parecían ofendidos por el esfuerzo de Cam por vender Biblias en castellano. Un día un indígena le dijo: “si tu Dios es tan inteligente, ¿por qué no habla nuestra lengua?”.

 

Esa simple pregunta hizo que dedicara los siguientes trece años de su vida a los indígenas cakchiqueles. Su meta fue aprender bien el idioma, darle forma escrita y al fin, lo más importante, hacer una traducción de las Escrituras. Como no tenía preparación en lingüística, Cam se enfrentó a muchos obstáculos al profundizar en el idioma cachiquel. Hay cuatro diferentes sonidos de la “k” que Cam casi no podía distinguir, y el sistema verbal era muy confuso. Un verbo se podía conjugar de muchas formas que indicaban tiempo, lugar y muchas otras ideas, además de la acción. 

 

La tarea parecía imposible hasta que conoció a un arqueólogo norteamericano que le aconsejó que dejara de tratar de acomodar el idioma cakchiquel al “molde latino” y que, al contrario, buscara el modelo lógico que fuera el fundamento de ese idioma. Ese consejo cambió el rumbo del método para aprender el idioma y, al fin, llevó a la formación de un programa de preparación en lingüística.

Un ministerio poco común

 

Desde el principio de su ministerio, el espíritu independiente de Townsend estuvo en conflicto con las ideas más tradicionales de los que lo rodeaban. Cuando terminó su obra de colportor, ingresó en la Misión Centroamericana y vio que el evangelismo, no la obra de traducción, era lo que la misión esperaba que él hiciera, en este contexto, los directores de la misión no entendían la gran preocupación que él tenía por la traducción de la Biblia. Este factor creó dificultades en las relaciones y finalmente lo hizo renunciar a la Misión.

 

Poco antes de ingresar en la Misión Centroamericana, Cameron se casó con Elvira Malmstrom, una nueva misionera en Guatemala. Aunque Elvira fue una misionera competente y contribuyó mucho al ministerio evangelístico y de traducción entre los cachiqueles, le era difícil aceptar las frustraciones de la vida misionera. Buscó orientación psicológica durante una temporada que pasó en California pero con poco provecho. No obstante, su contribución a la obra continuó hasta su muerte en 1944, cuando todavía era muy joven.

 

Al mezclarse muy de cerca con la gran población indígena, Cameron vio la necesidad de trabajar en el plano científico y práctico junto con el espiritual. Por ello se instalaron en una comunidad cachiquel en la costa llamada Santa Catarina, y dedicaron mucho esfuerzo a la tarea de aprender este idioma que no tenía forma escrita, durante esos años aprendieron el idioma hasta el punto en que se pudo traducir la Biblia. También fundó el Instituto Bíblico Robinson que, con el respaldo financiero de fuentes estadounidenses, construyó un centro para la comunidad indígena que incluía una escuela, una clínica médica (provista de tratamientos occidentales efectivos para parásitos prevalentes como la anquilostomiasis), un generador eléctrico, un centro de procesamiento de café y una tienda de suministros agrícolas.

 

Durante estos años, la preocupación de Townsend por la condición de empobrecimiento y exclusión de los indígenas latinoamericanos creció, y se convenció de que las prácticas misioneras que observaba no abordaban las necesidades de los grupos indígenas de manera efectiva y no tomaban en cuenta dar cuenta de sus diversas lenguas y culturas.

 

En 1926, Townsend publicó un análisis estructural del sistema verbal cachiquel y por ende se convirtió en uno de los primeros hombres en tener éxito en describir el complicado sistema gramatical de un idioma vernáculo a base de su propia estructura. Antes, la mayoría de los que habían intentado analizar los idiomas indígenas americanos habían tratado de forzar sus análisis al molde del latín debido a su influencia europea. 

 

El trabajo fue destacado por el catedrático Edward Sapir, uno de los grandes lingüistas en el ámbito mundial de esa época, quien enseñó que toda lengua debe describirse desde el punto de vista de su propia estructura. 

 

Parte del trabajo de Townsend sobre el sistema verbal cachiqueles fue publicado bajo el título “Comparaciones morfológicas entre cachiquel y náhuatl” y empezó a analizar estudios intensivos que comparan las estructuras gramaticales y los sistemas fonológicos entre esas lenguas con el propósito de reconstruir la lengua antecedente que tuvieran en común. Esto se proyectó en la orientación de la labor del Instituto Lingüístico de Verano.

 

En 1929, después de años de duro trabajo, Cameron terminó el Nuevo Testamento en cachiquel. Esto confirmó aún más a Cameron respecto a su idea sobre la necesidad de traducir la Biblia. Él quería traducir las Escrituras para otras tribus cuya lengua no tuviera escritura, pero los directores de la Misión Centroamericana pensaban que su deber era seguir edificando en la fe a los cachiqueles. Debido a estas diferencias de opinión, Cam renunció. En 1934 L. L. Legters y él fundaron el The Summer Institute of Linguistics, en Arkansas; una empresa relativamente organizada y sin exigencias que llegó a ser la organización misionera protestante e independiente más grande mundo (en tanto, Wycliffe Bible Translators, fue formado en Estados Unidos en 1942).

 

En un aspecto paralelo de su labor, a medida que Townsend buscaba las causas fundamentales de la pobreza y la marginación indígena, las encontró primero en los intermediarios “ladinos” de raza mixta que actuaban como el único portal económico y social a la sociedad regional y nacional más amplia para las comunidades indígenas principalmente monolingües, y que eran estrechamente asociados con una religión católica “popular” que era bastante distinta del catolicismo ortodoxo. Estas élites tenían un gran interés en mantener el status quo económico y social y , por lo tanto, no tenían ningún deseo de mejorar la situación económica, el nivel educativo o el grado de bilingüismo de los indígenas.

 

En segundo lugar, Townsend, aunque valoraba las lenguas y culturas indígenas como creaciones divinas, también creía que no todos los aspectos de la cultura humana eran positivos, incluidos algunos de los que se encuentran dentro de las sociedades indígenas mesoamericanas. Dentro de ellos encontró varios tipos de opresión, algunas de las cuales eran similares a las que imponía la cultura española dominante. Numerosos santos requerían muchos días de festivales cargados con las compras obligatorias y el consumo excesivo de alimentos y alcohol, muchos de los cuales debían comprarse a los intermediarios ladinos. La atención médica moderna no estaba disponible en la mayoría de las comunidades, que eran atendidas solo por “curanderos” o espiritistas que requerían un pago pero que a menudo brindaban una atención ineficaz. Townsend vio a los mayas que lo rodeaban como atrapados tanto por dentro como por fuera, y buscó una estrategia de salida, una forma de liberarlos de las fuerzas que los retenían.

 

Considerando aquel contexto, Townsend vio la verdadera conversión a Cristo como la salida definitiva para los pueblos indígenas, pero primero tuvo que confrontar la pregunta de por qué las misiones protestantes no atraían a muchos conversos indígenas y por qué las misiones católicas no habían logrado producir cristianos más ortodoxos.

 

La respuesta principal que encontró fue que los monolingües analfabetos no tenían acceso a las Escrituras. Muchos de ellos no sabían leer, e incluso los que sí sabían, no tenían la Biblia en un idioma que pudieran entender. Aunque el sincretismo heterodoxo era la norma en las comunidades indígenas, el clero católico rechazó la traducción de la Biblia por temor a la exégesis negativa. En tanto, las misiones protestantes se habían centrado en los superintendentes ladinos de habla hispana en lugar de en los hablantes de lenguas indígenas minoritarias.

 

Finalmente, Townsend desarrolló una filosofía de misión que buscaba producir congregaciones cristianas basadas en la Biblia, autosuficientes y dirigidas por indígenas. Creía que si se lograba este objetivo, también podría contribuir a una reestructuración positiva de las instituciones culturales que podría conducir a una sociedad más justa. Para promover eso, incluyó varios programas paralelos junto con la traducción de la Biblia con la meta de proporcionar conocimientos y habilidades previas a las comunidades indígenas. 

 

Un paso muy importante hacia este objetivo fue el desarrollo de grupos de aborígenes que sabían leer y escribir, primero en su propio idioma y luego también en español, y ayudarlos a producir una traducción de al menos el Nuevo Testamento y partes clave del Antiguo Testamento en su lengua materna, pues Townsend creía firmemente que si las Escrituras cristianas se traducían bien y se entendían bien, tenían el poder de mejorar a las personas y a la sociedad. A menudo decía que la Biblia en el idioma del pueblo era el mejor misionero de todos, porque nunca se enfermaba, nunca tomaba licencia y nunca sonaba como un extranjero.

 

A medida que se desarrollaba este movimiento de traducción de la Biblia, Townsend se mudó de Guatemala a México y luego a Perú, con un enfoque especial en la vasta cuenca del Amazonas. Durante siglos, las tribus del Amazonas habían sido evangelizadas por los jesuitas hasta su expulsión del Imperio portugués a finales del siglo XVIII. Había sido blanco de cazadores de esclavos, extractores de caucho e incluso de algunas operaciones militares. Muchos de los grupos indígenas amazónicos permanecieron esquivos, confiando siempre en el tamaño y la naturaleza inhóspita del terreno para desaparecer y mantener el aislamiento.

El desarrollo del ministerio en México

 

Por otra parte, en México hubo grandes cambios. Considerando que la facción ganadora de la Revolución Mexicana creó la Constitución de 1917, que extendió las medidas anticlericales de la Constitución liberal de 1857 y restringiendo la Iglesia católica en México. 

 

Cuando Townsend y Legters entraron a México los hicieron sin credenciales misioneras pues habían cortado todos los lazos organizativos formales, incluidos los de la Misión Centroamericana, por ese motivo los dos hombres utilizaron la carta de invitación de Sáenz para cruzar la frontera y dirigirse a la Ciudad de México.

 

Este caso representa el primero de lo que los autores críticos posteriores verían como “engaños”, por medio de los cuales los dos hombres ocultaron su objetivo más profundo detrás de un velo de santidad gubernamental. En realidad, la carta era la única base que tenían para ingresar a México, y tenía que ser a nivel personal, ya que el Instituto Lingüístico de Verano aún no existía como institución. No hubo engaño, porque Sáenz sabía por qué Townsend quería venir a México. En este caso, el objetivo de la constitución mexicana anticlerical de 1917 era reducir el poder de la Iglesia católica en México. Al venir como laicos, sin sacrificar ni ocultar sus creencias protestantes, Townsend y Legters, de hecho, actuaron de acuerdo con la ley y su intención.

 

La segunda clave del éxito en México fue la comprensión de Townsend de la importancia de las conexiones personales. Su humildad, calidez, gran disposición para servir a los demás y también para pedir ayuda a otros, abrió las puertas a muchas figuras importantes. Durante el primer viaje, Townsend y Legters se pusieron en contacto con algunos estadounidenses amistosos y también con funcionarios mexicanos en lugares que iban desde cenas hasta salones de la embajada y mientras recorrían escuelas rurales. Entre ellos, destacó Rafael Ramírez, director de educación rural de la Secretaría de Educación Pública (SEP). 

 

Algunos críticos han afirmado que, cauteloso ante el rechazo, Townsend solo hizo referencia indirecta y sutil a los temas de religión y traducción de la Biblia en sus conversaciones, y así dejó a los funcionarios suficiente espacio para una negación plausible. Es cierto que en los documentos legales firmados entre el Instituto Lingüístico de Verano y los gobiernos, la traducción de la Biblia a veces se declaraba oficialmente algo indirectamente como “...la traducción de obras literarias de alto valor moral”, pero Townsend y otros dentro del movimiento de traducción de la Biblia afirman que los funcionarios que firmaban los documentos siempre sabían exactamente lo que eso significaba, por lo que no hubo engaño involucrado. 

 

También, Townsend siempre afirmó que el Instituto Lingüístico de Verano era una institución académica que aplicaba la investigación lingüística original a la solución de problemas humanos y a la creación de una literatura indígena que incluía tanto la recopilación y publicación en forma escrita de historias e historias previamente orales y la traducción de “obras de alto valor moral”, especialmente la Biblia, pero también a menudo incluye las secciones de las constituciones nacionales más relevantes para los derechos indígenas, y más tarde la traducción de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU. Explicó que, aunque el Instituto Lingüístico de Verano no era una institución religiosa en sí misma, sus miembros eran cristianos laicos motivados por su fe para servir a los grupos lingüísticos minoritarios del mundo.

 

A menudo invitaba a las autoridades a leer un pasaje de la Biblia antes de compartir una comida. Como un ejemplo, después de ser invitado al Castillo de Chapultepec por el presidente mexicano Lázaro Cárdenas para una cena en honor a él y a sus lingüistas recién llegados, Townsend informó haberle dicho al presidente: 

 

Le dije que nuestros jóvenes creían en la Biblia de cabo a rabo. Vivieron de acuerdo con sus enseñanzas, que les revelaron el amor de Dios al enviar a su propio Hijo para servir a los necesitados y salvar a los perdidos. Nuestros jóvenes quieren seguir su ejemplo lo mejor que puedan, sirviendo a los indios de manera práctica, prestando toda la ayuda que puedan al gobierno mexicano y también traduciendo esa maravillosa revelación de Dios a la humanidad a los idiomas indígenas.

 

Durante su residencia en México, Lázaro Cárdenas se enteró de que los Townsend vivían en un pueblo náhuatl empobrecido y los visitó allí. Expresó cierto interés por los esfuerzos lingüísticos que Townsend había realizado y por las cartillas en náhuatl que había elaborado, pero estaba especialmente entusiasmado por los proyectos de ayuda práctica que los Townsend ya habían empezado. 

 

El Presidente rápidamente vio la necesidad de añadir esta ayuda especializada al programa educativo del gobierno en las áreas indígenas. Invitó a Townsend a que trajera todo el personal que pudiera reclutar para que estudiara las lenguas minoritarias de México y para enseñar a la gente, siguiendo el ejemplo de Townsend, especialmente en lo referente a proyectos prácticos.

 

Con este estímulo, los Townsend reclutaron más jóvenes en los Estados Unidos y regresaron a México el otoño siguiente, 1936, con un grupo más grande de estudiantes. En parejas, los estudiantes se diseminaron por varios pueblos apartados de México para empezar la tarea prodigiosa de aprender un idioma no escrito. Mientras tanto, en el pueblo náhuatl de Tetelcingo donde laboraban los Townsend, el programa de ayuda práctica se amplió para introducir el cultivo de un huerto de naranjas y agregar clases de costura a la escuela primaria en la comunidad. Todo fue adelantado con la cooperación de los funcionarios gubernamentales impulsados por Cárdenas.

 

Sobre la base de sus quince años de contacto con el Presidente Cárdenas, Townsend escribió una biografía del renombrado estadista. Admiraba mucho al General y creía que la historia de su vida inspiraría a muchos y fomentaría la comprensión entre las naciones. La biografía fue publicada en 1952. Después de la muerte de Cárdenas en 1970, Townsend amplió la biografía de este líder mexicano, publicada en inglés y castellano.

 

Townsend y Legters habían abierto Camp Wycliffe en Arkansas en el verano de 1934. El campamento, que recibió su nombre de John Wycliffe, responsable de la primera traducción completa al inglés de la Biblia, fue diseñado para capacitar a los jóvenes en lingüística básica y métodos de traducción. Ese primer año solo se matricularon dos estudiantes. Al año siguiente, después de una sesión de capacitación con la asistencia de cinco hombres (incluido Kenneth Pike, que se convertiría en un amigo de toda la vida y un destacado lingüista académico), Townsend llevó a sus estudiantes a México para comenzar el trabajo de campo. A pesar de la cálida bienvenida que recibieron los traductores en México, Townsend todavía soñaba con expandir el trabajo en el Amazonas y más allá. Desde este pequeño comienzo ha crecido el ministerio mundial del Instituto Lingüístico de Verano (ahora llamado simplemente SIL International), Wycliffe Bible Translators (WBT) y el socio técnico y logístico de SIL conocido como JAARS.

Misiones y polémica

 

Las buenas relaciones con los gobiernos tenían prioridad para Townsend, pero era un asunto que producía críticas, especialmente entre los misioneros de otras organizaciones. La amistad y colaboración de Cameron con el presidente Cárdenas de México y la defensa de sus programas socialistas eran inaceptables para muchos misioneros. 

 

Asimismo el deseo de que sus traductores participaran en programas sociales auspiciados por el gobierno se consideraba como una desviación hacia el secularismo característico del evangelio social. Su colaboración con funcionarios públicos hizo que se autorizara a los pilotos del SIS para que hicieran vuelos oficiales fue una instrucción muy molesta para algunos de sus propios pilotos y para los de afuera también.

 

Este deseo por establecer buenas relaciones públicas en su ministerio de traducción se extendía no sólo a los gobiernos, sino también a otros grupos religiosos. Una vez más sus directrices fueron objeto de críticas, lo cual hizo que el Instituto Lingüístico de Verano se retirara de la Asociación de Misiones Interdenominacionales (AMI) donde las críticas habían sido más acerbas. ¿Cuál sería la relación de los traductores de la Biblia con los católicos romanos? ¿Compartirían el fruto de su trabajo con sacerdotes cuyo objetivo era la expansión de la Iglesia Católica Romana?

 

La gran mayoría de los misioneros evangélicos opinaban que no debía haber ninguna cooperación con funcionarios de la Iglesia católica, pero Cameron era mucho más tolerante. Escribió: “Es posible conocer a Cristo como Señor y Salvador y seguir en la Iglesia de Roma”. En cuanto a este asunto, él, “se sentía muy contento si todo el mundo usaba las traducciones”.

 

Aunque el asunto no parecía muy concreto, la verdadera prueba se presentó cuando un estudiante católico, Paul Witte, quiso ser uno de los traductores de Wycliffe. Era un católico comprometido para casarse con una señorita del Ejército de Salvación. Aunque Witte consideraba las verdades de la Biblia por encima de los dogmas católicos, quería permanecer en esa iglesia. 

 

En esta controversia, Townsend manifestó su pleno apoyo a Witte en una carta a todos los miembros de Wycliffe: “no debemos apartarnos ni en un punto de nuestra norma no sectaria si hemos de seguir entrando en países cerrados a las misiones tradicionales”. A pesar de su petición, las dos terceras partes de los miembros del Instituto Lingüístico de Verano votaron en contra del ingreso de Witte. Aunque le disgustó el resultado, no se dio por vencido, por lo que prometió su apoyo personal a Witte y su esposa bajo otro patrocinio.

 

Pero, los católicos no eran los únicos candidatos que no eran aceptables en Wycliffe debido a sus ideas religiosas. En 1949, con la solicitud de ingreso de Jaime y Anita Price, el asunto de la aceptación de pentecostales produjo un acalorado debate. La mayoría de los miembros, sin negar la sincera fe cristiana de los creyentes pentecostales, creían que sería incompatible con la de los evangélicos no pentecostales, que constituían la mayoría de la organización, como era de esperarse, sostuvo la norma no sectaria de Wycliffe y afirmó que los asuntos teológicos en cuestión no eran “esenciales”. 

 

También dijo que negar a los Price la entrada sería como negar a una tribu del Perú el privilegio de tener las Escrituras en su idioma. Pero el argumento no logró persuadir a los delegados, y Cameron amenazó con renunciar a su cargo de director general si se rechazaba a los Price. Al fin se resolvió el asunto con una fórmula conciliatoria que definía la “incompatibilidad” en ese respecto en caso de que los solicitantes sostuvieran la opinión de que “hablar en lenguas fuera esencial para la morada del Espíritu Santo en el creyente”, debido a que los Price no sostenían tal opinión, fueron aceptados como miembros de TBW/ILV.

 

Otro aspecto polémico se dio en una época cuando muchos evangélicos todavía defendían la segregación racial, él invitaba a personas afrodescendientes y de otras minorías raciales a participar en la obra de traducción de la Biblia. Deploraba los prejuicios raciales y, en una carta a la junta escribió: “Nuestra constitución no discrimina, ni el Nuevo Testamento tampoco. Hagan el favor de enviar a todos los traductores de cualquier raza que pasen los cursos”.

 

La disyuntiva: ¿misiones o imposición cultural?

 

La visión de Townsend y las organizaciones que lideró es que, una vez la Biblia esté disponible para una cultura específica, los cristianos de esa cultura puedan ser más autónomos y puedan ser los líderes de sus iglesias. Los cristianos locales deben ser liberados de la dependencia en otras organizaciones o culturas para su entrenamiento y liderazgo.

 

Como ya hemos señalado, cuando el joven William Cameron Townsend trató de vender Biblias en español en Guatemala entre 1917 y 1918, descubrió que la mayoría de las personas que conoció no entendían el español, y tampoco poseían una forma escrita de su propio lenguaje, el cachiquel. Townsend abandonó sus intentos de vender Biblias y comenzó a vivir entre los cachiqueles. Aprendió su lenguaje, creó un alfabeto para el mismo, analizó la gramática, y tradujo el Nuevo Testamento en sólo diez años. Sin embargo, el desarrollo del ministerio no estuvo exento de polémicas y desencuentros e incluso de amargos episodios.

 

En 1962 inició labores en Colombia el Instituto Lingüístico de Verano (ILV); instaló su centro de operaciones en Loma Linda, departamento del Meta. Contaba con sofisticados sistemas de comunicaciones, equipos médicos, de educación y de asistencia técnica. Se presentó en Colombia como una organización científica que buscaba investigar las lenguas indígenas y salvar las “lenguas amenazadas”.

 

El Instituto Lingüístico de Verano evangelizó cerca de 45 grupos indígenas, 26 de ellos en la Amazonía, según algunos, alterando la estructura social de estas comunidades. Según un autor, una de las consecuencias más importantes de la evangelización fue la división de los grupos indígenas entre creyentes y no creyentes, lo cual afectó las relaciones sociales en lo que concierne, por ejemplo, a las alianzas matrimoniales, dado que eran mal vistas por los misioneros las uniones entre primos cruzados, por lo que se incentivaban las uniones interétnicas de evangélicos. Esta división, además, agudizó los hostigamientos de parte de los evangélicos hacia los no creyentes y hacia los indígenas católicos a quienes se les destruyeron imágenes y capillas.

 

En 1976, el Instituto Lingüístico de Verano fue acusado por la Iglesia católica de ser una “misión evangélica” que estaba violando la Convención de Misiones. Los sectores de izquierda, antropólogos y organizaciones indígenas, se unieron a la protesta, argumentando que la organización destruía las tradiciones ancestrales y dividía las comunidades. 

 

Asimismo, acusaron al Instituto Lingüístico de Verano de ser un instrumento de “aculturación del imperio norteamericano” y un “brazo de la CIA”. Todos estos sectores le exigieron a los gobiernos expulsar del país al Instituto Lingüístico de Verano. Según otro autor, estas denuncias no tuvieron en cuenta la influencia “aculturadora” de otros actores externos a las comunidades indígenas, como los antropólogos y las misiones católicas.

 

Frente a las denuncias en contra del Instituto Lingüístico de Verano, la Confederación Evangélica de Colombia (Cedec), que agremia buena parte de las organizaciones protestantes del país, se apresuró a declarar que no tenía ningún vínculo con dicha organización.

 

En el caso de Ecuador, según otro estudioso:

 

Las acciones del Instituto Lingüístico de Verano se realizan desde su propia matriz institucional determinada por las lógicas del protestantismo y de sus actividades lingüísticas. Es decir, desarrollaron estudios lingüísticos en la población waorani desde sus intereses: alfabetización para la evangelización y, por otro lado, apostando por un monolingüismo, estudio del idioma para la traducción de los escritos evangélicos al idioma indígena en procura de su misión institucional: la Biblia traducida a todos los idiomas del mundo.

 

Complementa su apreciación citando:

 

Uno de los más claros ejemplos donde el vaciamiento acontece por parte de la maquinaria protestante es la referente a las celebraciones festivas de los Waorani centradas en los recursos selváticos y danzadas desde la desnudez de éstos: Antiguamente, las fiestas eran frecuentes. Y la organizaban diferentes líderes, por lo que varias veces en el año podían disfrutar de ellas. Desde la entrada de los misioneros del ILV y la evangelización, estas fiestas fueron prohibidas, por lo que actualmente ya no se celebran. Cuando llegaron los misioneros del ILV prohibieron la realización de esta fiesta (fiesta de Enero), junto con otras manifestaciones tradicionales.

 

Finalmente, cierra su crítica señalando que: las festividades centradas en la selva serán reemplazadas por las que se centrarán en los símbolos y discursos religiosos. Posteriormente, y por el inicio de la escuela moderna con el mismo Instituto Lingüístico de Verano en la zona, las fiestas se centraron no sólo alrededor de los discursos religiosos, sino también en los discursos de tintes nacionalistas y patrióticos.

 

En el caso de Venezuela, la resistencia al Instituto Lingüístico de Verano está claramente vinculada a aspectos ideológicos y de franca oposición al cristianismo, cuando en octubre de 2005 se decretó su expulsión de los pueblos yanomami, ye’kuana, panare y otras del sur del país acusado de espionaje y violaciones a la cultura indígena.

 

El, en ese entonces, Presidente Hugo Chávez señaló que:

 

Se van de Venezuela. Son agentes de una verdadera penetración imperialista. Se llevan información sensible y están explotando a los indios. Así que se van, y me importan un bledo las consecuencias internacionales que esto pueda traer (…) He visto informes y vídeos de la actividad de estas Nuevas Tribus. No las queremos, aquí todos somos de una tribu vieja. Mientras los indígenas viven en condiciones muy duras, las Nuevas Tribus poseen plantas eléctricas, sistemas de radio y pistas bien mantenidas con tractores y podadoras, donde vienen aviones del exterior sin pasar por aduana alguna.

 

Respecto a la labor del Instituto Lingüístico de Verano, y con un evidente tono crítico, en diversos sectores de la Amazonía, otro autor, presenta el siguiente resumen: 

 

Ninguna otra misión cristiana en la Amazonía se iguala a la red del Instituto Lingüístico de Verano. Se compone de especialistas lingüísticos, de puestos misionales vinculados a la base por aviación y radio y, con frecuencia, de sistemas de escuelas bilingües. De los cinco avances amazónicos del ILV –el primero en el Perú, luego Ecuador, Bolivia, Brasil y Colombia– el del Perú ha marcado la vida de la mayor cantidad de gente. Aquí la maquinaria evangelizadora de base-aviación-escuela bilingüe se convirtió en modelo para otras filiales tan lejanas como la de las Filipinas; aquí el ILV ha combinado el respaldo estatal con la longevidad y autoridad entre los pueblos nativos como en ninguna otra parte, salvo tal vez en México; y tras casi ser expulsado en 1976, logró llevar la política indigenista del gobierno de regreso hacia su propio punto de vista.

 

Sin embargo, y a pesar de la oposición validada por motivos pseudo intelectuales o políticos anti cristianos, el Instituto Lingüístico de Verano también se hizo presente en varios países de América Latina, aparte del Perú, como en México (1935), Guatemala (1952), Ecuador (1953), Bolivia (1955), Brasil (1956), Colombia (1959), Honduras (1960), Surinam (1967) y Panamá (1970). En Bolivia se firmó con el presidente Víctor Paz Estenssoro un convenio para iniciar los estudios lingüísticos y, 30 años después, es decir en 1985, se condecoró al fundador del Instituto Lingüístico de Verano con “El cóndor de los Andes”, la más alta condecoración que otorga el gobierno boliviano a una organización extranjera. De los países mencionados, Ecuador rescindió el contrato con el Instituto Lingüístico de Verano. Pero, se aseguró su presencia en Guatemala y Colombia (en este caso existen más o menos 70 grupos idiomáticos). 

Misiones

como un concepto amplio

 

La educación fue otro campo en el que se mostraba la apertura de Cameron, aunque muchos de sus traductores tenían un elevado nivel de escolaridad, algunos incluso el título de Doctor, él se opuso a poner como requisito una educación universitaria o de seminario para ingresar a Wycliffe. Esto considerando, que él mismo se había retirado de la universidad antes de terminar e insistía en que poseer un título universitario no era necesario para la obra de traducción de la Biblia. Aunque le ofrecieron varios títulos honorarios de “doctor”, él declinó las ofertas, con la excepción de la de una universidad del Perú, para solidarizarse con los traductores sin título universitario.

 

La opinión de Townsend sobre la admisión de mujeres al trabajo de Wycliffe fue otro asunto que produjo controversia entre los miembros y patrocinadores de la organización. Permitir que jóvenes solteras trabajaran junto con parejas de matrimonios era un hecho aceptado en los círculos misioneros, pero permitirles a señoritas que fueran a zonas remotas, de dos en dos, era un asunto muy diferente. 

 

El mismo Townsend expresó sus dudas al respecto la primera vez que unas traductoras solteras solicitaron la oportunidad de trabajar entre una de las tribus. Hasta que ellas preguntaron, si acaso Dios nos la iba a proteger y las iba a cuidar como a los hombres. Ante esta interpelación cambió de opinión y estuvo de acuerdo con que no se pusieran restricciones al servicio de ellas. 

 

Así, en 1950 ya había varias parejas de traductoras solteras en el Perú, entre ellas estaban Loretta Anderson y Doris Cox. En 1950, ellas comenzaron su obra entre los shapras, una de las más temibles tribus de cazadores de cabezas de la selva peruana, gobernada por el terrible cacique Tariri. Él había obtenido su posición de mando después de asesinar a su predecesor. Aunque “con miedo casi todo el tiempo durante los primeros cinco meses”, Loretta y Doris permanecieron en la tribu “en el lentísimo trabajo de aprender el idioma”.

 

Muy pronto se ganaron el cariño de la gente, incluso el del cacique, Tariri les enseñó su idioma y, transcurridos pocos años, se convirtió de la hechicería y del homicidio al cristianismo, con ello muchas personas de la tribu siguieron su ejemplo. Años más tarde Tariri le dijo a Cam: “Si ustedes hubieran enviado hombres, los habríamos matado al verlos. Si hubiera sido una pareja de casados, yo hubiera matado al hombre y me habría quedado con la mujer. Pero, ¿qué podía hacer un gran cacique con dos indefensas chicas que insistían en llamarlo ‘hermano’?”.

 

También, a diferencia de la mayoría de fundadores y directores de misiones, Cameron trató de evitar la concentración del poder en un solo hombre, lo cual era, a menudo, fácil de conseguir. Cuando se organizó el Instituto Lingüístico de Verano, se suponía que él sería el director; pero, al contrario, se sometió a la autoridad del comité ejecutivo y del voto de los miembros. 

 

Un fundador y director que cedía el cargo a un grupo de jóvenes novatos, algunos todavía descontentos con sus decisiones anteriores, pues Townsend creía que no convenía que un solo hombre tuviera todo el control, por eso tuvo que usar la persuasión y la simpatía personal para defender sus propias normas. Debido a esta forma de organización, con frecuencia encontraba obstáculos en la realización de sus planes de innovación. Después de un debate acalorado entre Cameron y su comité ejecutivo, uno de los miembros comentó: “El tío Cam tal vez tiene la razón. Quizá vaya diez años delante de nosotros, como de costumbre”.

 

Townsend permaneció activo en el Instituto Lingüístico de Verano como fundador y líder organizacional durante muchos años. A medida que envejecía, su influencia activa declinó gradualmente. Pero, el número de miembros del Instituto Lingüístico de Verano con títulos de posgrado en lingüística y antropología aumentó de manera constante, con un aumento en los niveles académicos generales de los lingüistas del Instituto Lingüístico de Verano. 

 

Con el pasar de los años, Townsend estaba demasiado ocupado liderando un creciente movimiento de traducción de la Biblia como para continuar con su formación de posgrado, pero nunca olvidó que los objetivos de traducción del Instituto Lingüístico de Verano requerían una comprensión científica profunda de los idiomas que estudiaban los lingüistas y, por lo tanto, se esforzó por crear lingüistas de campo verdaderamente competentes con conocimientos confiables.

 

La mayor reacción negativa al Instituto Lingüístico de Verano probablemente fue provocada por la oposición a su traducción de la Biblia. ¿Cómo podría una organización académica justificar la traducción de un libro religioso para grupos de personas a menudo pre alfabetizadas que tenían sus propias religiones tradicionales? 

 

La respuesta del Instituto Lingüístico de Verano fue que simplemente estaba haciendo que la Biblia fuera accesible para cualquiera que quisiera leerla. En segundo lugar, durante el mismo período, muchos gobiernos extranjeros fueron criticados por facciones con motivaciones políticas por cooperar tan estrechamente con él. Estos cuestionamientos fueron parte de la lucha de la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la ex Unión Soviética, con el Instituto Lingüístico de Verano visto como un símbolo de los Estados Unidos. 

 

Estas acusaciones hicieron que los gobiernos discutieran internamente sobre si continuar apoyando al Instituto Lingüístico de Verano con contratos estatales o permitir su presencia dentro de sus fronteras.

 

Este es el contexto que explica que Ecuador optara por terminar sus vínculos oficiales. Pero, en Perú, el gobierno, después de una investigación en profundidad del SIL, no solo rescindió una orden que había dado para que el Instituto Lingüístico de Verano abandonara el país, sino que en realidad renovó y amplió su contrato original por 10 años más. En 1981, el presidente de Perú, Fernando Belaunde Terry, otorgó a William Cameron Townsend el premio más alto que un extranjero puede recibir de Perú, el nivel más avanzado de la Orden del Sol (El Orden del Sol), en honor a su servicio y al Instituto Lingüístico de Verano en nombre de los grupos lingüísticos minoritarios del Perú. 

 

Este último fue un feliz reconocimiento que llegó cerca del final de la vida de un vendedor ambulante de la Biblia que vivió para convertirse en amigo de los presidentes y en el principal catalizador del mayor movimiento de traducción de la Biblia en la historia. Continuó sirviendo como asesor de los líderes del Instituto Lingüístico de Verano y otros hasta su muerte un año después.

El presente y legado del Instituto Lingüístico de Verano

 

A pesar de (o quizá, en parte, debido a) las enérgicas controversias que han caracterizado a Wycliffe Bible Translators / Instituto Lingüístico de Verano su personal ha aumentado rápidamente y en la actualidad tienen más de 4500 miembros. Aunque se ha considerado que Cameron era como el dínamo que impulsaba la organización, hubo muchos otros que contribuyeron a la obra. 

 

Elaine, su segunda esposa, fue una de las colaboradoras, había sido maestra de escuela en Chicago. A los veintisiete años de edad ya había sido promovida a un puesto bien remunerado como supervisora de clases para personas con dificultades cognitivas de unas trescientas escuelas. Era un puesto gratificante y con buenas posibilidades de progreso, pero ella lo dejó para ser la primera maestra para los niños de los miembros de Wycliffe Bible Translators / Instituto Lingüístico de Verano, en México. Después trabajó en la promoción de la alfabetización en más de una docena de tribus indígenas. 

 

En 1946, Elaine y Cameron (viudo en ese entonces) contrajeron matrimonio en casa de su amigo el general Lázaro Cárdenas, ex presidente de México. Después de su boda, sirvieron durante diecisiete años en el Perú, y tuvieron cuatro hijos. Después de ese período, fueron a iniciar la obra de traducción en Colombia.

 

Aunque a Cameron se le reconocía en todo el mundo como un gran promotor de las misiones, él siempre se consideraba primero que todo como traductor de la Biblia. Después de cincuenta años de servicio, cuando la mayoría de las personas piensa en la jubilación, él se preparaba para ir a la Unión Soviética con Elaine. Pues al saber que había unos cien idiomas en el Cáucaso, muchos de los cuales no tenían traducción de la Biblia, decidió volver a sus raíces ministeriales otra vez. 

 

A la edad de setenta y dos años, con Elaine a su lado, se encontraba en un hotel frente a la Plaza Roja de Moscú. Allí estudiaba ruso varias horas al día. Después de terminar su período inicial de estudio, viajaron al Cáucaso a hablar con lingüistas y educadores. También pasaron muchas horas con la gente del pueblo y escucharon la historia de que un ángel había volado sobre Rusia, hacía mucho tiempo, para distribuir los idiomas, pero se le rompió la bolsa en la cima de una montaña al volar sobre el Cáucaso y cayeron docenas de idiomas de una sola vez.

 

Antes de salir de la Unión Soviética, hizo arreglos para un intercambio cultural de lingüistas, para que los traductores pudieran estudiar en el Cáucaso. No obstante su éxito, hubo críticas inevitables. Un patrocinador de mucho tiempo acusó a Elaine de haber sido “engañada por los comunistas”, a lo que ella respondió: “No fuimos a la URSS a buscar faltas, sino a ver la manera de servir y de preparar el camino para la traducción de la Biblia a más idiomas”.

 

Los últimos meses de vida William Cameron Townsend seguían caracterizados por la intensa actividad en el trabajo. Pero, el 25 de enero de 1982, Townsend fue llevado al hospital por neumonía, cuadro que requería mayor cuidado pues desde agosto sufría de Leucemia. Diez días después de tratamiento médico regresó a su casa. 

 

Luego de cuatro semanas de descanso en una casa de playa de unos amigos regresó a su departamento, pero una recaída lo obligó hospitalizar el 16 de abril. Luego de siete días, el 23 de abril murió el líder y fundador del Instituto Lingüístico de Verano.

 

Su cuerpo fue enterrado en la sede del Instituto en Carolina del Norte. Ahí, los aviones, taller de aviación, de radio y el jardín de meditación servían como mudos testigos de su tumba, está incluía seis pedestales con sus textos bíblicos favoritos.

 

William Cameron Townsend pasó tranquilamente de esta vida a la vida eterna. Sin embargo, 48 horas antes de morir había recibido la noticia telefónica, en ella los padres de un lingüista asesinado le comunicaron que habían donado una ambulancia a la comunidad donde estaba asignado. 

 

Este hecho, es lo sucedido con Chester Allen Bitterman, quien murió en Bogotá (Colombia) a manos de sus secuestradores al no cumplirse las exigencias por su libertad. Chester, había llegado allí a servir al grupo indígena de los carijona, como lo venían haciendo sus colegas del Instituto Lingüístico de Verano.

 

La esposa de William Cameron Townsend,

Elaine o Elena, redactó la siguiente carta: 

 

Queridos amigos: En lo que es para mí un momento de profundo dolor, como también de triunfo cristiano, me es un honor dirigirme a los amigos de mi esposo Guillermo aun cuando el motivo principal sea el de participarles la triste noticia del fallecimiento de quien dedicó su vida a llevar la luz del alfabeto a los pueblos aislados que carecían de él. El 25 de enero del presente año, pocos días después de haberles escrito a ustedes su carta anual, fue llevado al hospital para ser tratado de neumonía. Estuvo grave su condición física, pues desde agosto venía sufriendo también de leucemia. El tratamiento que recibió fue efectivo y regresó a casa 10 días después, gozando de la inmensa satisfacción de tener a su lado a todos nuestros hijos. Luego disfrutamos cuatro semanas de descanso y tranquilidad en Florida en la casa de playa de unos amigos. Al regresar a casa, Guillermo sufrió una recaída y fue hospitalizado el 16 de abril. Fue atendido con esmero y cariño pero al cabo de 7 días (durante los cuales no tuvo sufrimiento) pasó tranquilamente de esta vida mortal a la vida eterna. Cuarenta y ocho horas antes de su muerte ocurrió un acontecimiento muy significativo para mi esposo, evento que simbolizó toda la labor que él impuso en su abnegada vida. Por una llamada telefónica desde Bogotá se enteró de la culminación de una iniciativa suya de demostrarle al pueblo colombiano el perdón que sentían él y la familia Bitterman hacia los que, el año pasado, quitaron la vida a Chester Bitterman, miembro del Instituto Lingüístico en Colombia.  El 21 de abril justamente los padres de Bitterman habían  entregado a los funcionarios colombianos una ambulancia para servicio de los de la zona donde trabajó su hijo. Esta demostración de amistad y amor entre pueblos, quizás sin precedente, fue recibida con beneplácito y cordialidad. A Guillermo le causó esta noticia una inmensa satisfacción. Me siento muy consolada por las expresiones de amistad y cariño que he recibido de centenares de amigos. Agradezco en el nombre de todos los miembros del Instituto y de mis hijos la amistad y colaboración que siempre brindaron a Guillermo y a la obra que ocupó toda su existencia, teniendo la seguridad de que con vuestra ayuda continuará hasta que veamos culminada la tarea emprendida.

 

A modo de resumen, en toda su vida hubo una sola filosofía que motivó a William Cameron Townsend más que cualquier otra cosa, y fue su alto concepto de la Biblia. Le gustaba repetir: “el mejor misionero es la Biblia en la lengua materna. Nunca necesita vacaciones y nunca se la considera extranjera”.

 

El Dr. Kenneth L. Pike, nominado al Premio Nobel de la Paz declaró: “desde hace muchos siglos no ha habido un hombre como William C. Townsend, quien aspiró a realizar tantas cosas, y vio tantos sueños suyos realizados durante su vida”.

 

Los llamó “sueños”, pero en realidad eran más bien intenciones y decisiones. Por ejemplo, uno de los objetivos de Townsend fue fomentar el estudio de cada idioma minoritario que en el mundo todavía no hubiera sido analizado ni puesto bajo forma escrita; otro objetivo era facultar a todas las personas, dondequiera que estuvieran, para establecer y controlar su propia identidad étnica. Townsend pudo ver un progreso tremendo hacia el logro de las dos metas durante su vida.

 

En contra del consejo de misioneros veteranos, Townsend tradujo el Nuevo Testamento al cachiquel y lo completó en 1930. También fundó una escuela que usaba el idioma indígena para capacitar a pastores nativos. De estas experiencias surgió la triple visión de Townsend que formaría el núcleo del SIL.

 

El Instituto Lingüístico de Verano (ILV), que Townsend fundó, ha realizado, en la última mitad del siglo veinte, publicaciones académicas que describen y analizan 1724 idiomas, y actualmente su personal especializado está laborando con otros 1053 idiomas.

 

En México, la Biblioteca Juan de Córdova tiene una importante colección, que consta de 1300 cartillas de alfabetización del Instituto Lingüístico de Verano, de las cuales, unas 570 son del periodo de la colaboración formal con la SEP. Muchas de estas cartillas son peculiares o extremadamente raras, porque fueron impresas en tirajes pequeños y distribuidas en las comunidades, donde perecieron con el tiempo. 

 

Independientemente de las cuestionadas metas del Instituto Lingüístico de Verano, o de la efectividad de su método, el conjunto de sus publicaciones representa el proyecto más ambicioso que se haya concebido para introducir la Escritura en las lenguas locales en las comunidades.

 

La más reciente base de datos bibliográficos del Instituto Lingüístico de Verano incluye 27 373 entradas, de las cuales 21 512 se relacionan con 1724 idiomas específicos (5861 de las entradas son más generales y no se relacionan con ningún idioma en particular). Un poco más de la mitad de las entradas son trabajos en lengua vernácula publicados en idiomas minoritarios para hablantes de dichos idiomas. La otra mitad son libros y artículos académicos cuya autoría se atribuye a miembros de la organización o han sido editados por ellos.

 

En la Bibliografía del Instituto Lingüístico de Verano se encuentran tres ítems significativos que reflejan la realización del anhelo de Townsend durante su vida: la de reconstruir familias lingüísticas. El primero es una tesis sobre proto-mixteco presentada en la Universidad de Pennsylvania por Robert Longacre. 

 

El segundo es la tesis de Sarah Gudchinsky sobre la reconstrucción del proto-popoteca, la protolengua que dio origen tanto al mixteco como al popoloca de México. El tercero, una tesis presentada a la Universidad de Pennsylvania por el Dr. Calvin Rensch sobre el proto-otomangue, se considera que marca un hito importantísimo en la ciencia de la lingüística comparativa.

 

Un erudito de quien Townsend era mentor fue el Dr. Richard S. Pittman. En 1951, continuando la visión de Townsend, publicó un modesto catálogo de las lenguas del mundo, The Ethnologue, que ha seguido creciendo en cantidad y calidad. 

 

Durante su trabajo como misionero, Townsend dictó clases sobre lingüística en las dos universidades más antiguas del hemisferio occidental: la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos del Perú. En 1966, la Universidad de San Marcos le otorgó la distinción de Doctor Honoris Causa, además recibió condecoraciones de cinco gobiernos latinoamericanos.

 

En 1972 fue proclamado “Benefactor de las Poblaciones Lingüísticamente Aisladas de América” por el Séptimo Congreso Indigenista Interamericano, el documento fue firmado por el Dr. Galo Plaza, Secretario General de la Organización de Estados Americanos.

 

Desafíos del pasado y presente de la misión

La vida de Townsend fue tan diversa como los programas impulsados por él y las organizaciones que fundó y uno de sus distintivos fue el insistir en que los miembros del Instituto Lingüístico de Verano estuvieran dispuestos a servir a los demás científica, material y espiritualmente. 

 

Desde el principio de su carrera, Townsend estuvo dedicado a cada una de estas tres áreas, pues opinaba que no era suficiente que una persona estuviera interesada en servir a la gente a menos que tuviera la preparación científica para hacer un aporte pertinente y efectivo. Sostenía que era muy probable que el servicio, basado en el fundamento de la investigación científica, tendría un impacto más duradero que el servicio motivado por altos ideales pero sin la comprensión debida de la gente a la que se sirve.

 

A diferencia de sus predecesores, Townsend no consideró la reforma social como un esfuerzo en vano, también le preocupaba que el mensaje cristiano difundido exclusivamente en español, no pudiera llegar a la mayoría monolingüe de la población indígena.

 

También, tenía un profundo respeto para con la gente entre la cual trabajó por más de sesenta años en América Latina. Le complacía estar con ellos y escuchar sus opiniones. Desde el inicio de sus labores tuvo amigos de todos los estratos sociales: conoció a cuarenta y dos jefes de estado, una gran cantidad de ministros, científicos, educadores, ricos, pobres, católicos, evangélicos, comunistas entre otros. Los apreciaba y procuraba servir a todos. Fue durante una de las visitas del Presidente Cárdenas a su pueblo que un nahua-hablante dijo de Townsend: “Nos trata igual como trata al presidente. Si el Presidente Cárdenas viene, deja su comida para conversar con él. Si uno de nosotros viene, igualmente deja su comida para conversar con nosotros”.

 

Esa fue la filosofía, presentada con tanto vigor por ese hombre singular, la que hizo de TBW, el Instituto Lingüístico de Verano y SRAS lo que son hoy, aunque ya no bajo la dirección de ese gran líder y el desafío de mantener su visión resumida en las siguientes palabras:

 

Comprender las Escrituras en un idioma que no sea el idioma del corazón en el que pensamos y experimentamos emociones es como tratar de comer sopa con un tenedor. Puedes probar un poco, pero no puedes nutrirte.

 

SIL International todavía trabaja a nivel mundial en el desarrollo del lenguaje. Traductores de la Biblia Wycliffe es parte de la Alianza Global Wycliffe, un grupo de más de 100 organizaciones independientes de traducción de la Biblia que trabajan en colaboración en más de 2000 proyectos de traducción de la Biblia en todo el mundo.

 

En abril de 1982, Bernie May expresó con profunda emoción, en una carta que circuló por toda la organización, los sentimientos de toda la organización: 

 

Cuando se tuvo noticia de la muerte del tío Cam, sentí lo mismo que había sentido en varias ocasiones cuando volaba un bimotor y se apagaba uno de los motores. De repente la meta se vuelve muy importante. Uno se vuelve al sistema de guía. Uno sigue volando, pero con el deseo renovado de llegar a su destino tan pronto como sea posible… Todavía quedan 3000 idiomas en los cuales no se ha escrito la Biblia… Este es nuestro reto y nuestro llamado.     POR XIMENA PRADO DAGNINO

 

 

Bendiciones de lo alto.

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