LA LECHE Y MIEL EN LAS ESCRITURAS

 

La leche

 

Dice en Éxodo 3:8a: “Y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel...” 

 

También en Isaías 7:22: “Y a causa de la abundancia de leche que darán, comerá mantequilla; ciertamente mantequilla y miel comerá el que quede en medio de la tierra”.

 

La leche alimentaba el espíritu al igual que los cuerpos de las personas en los tiempos bíblicos.  La miel y la leche juntas simbolizaban buena salud, prosperidad y bendiciones de Dios.  La leche y sus derivados eran una parte importante de la dieta diaria en los tiempos bíblicos.  Pero era difícil, sino imposible, conservar la leche fresca en esos días.  La solución era usar el mismo proceso de fermentación con la leche que el que se usaba para hacer vino o pan con levadura.

 

El resultado fue lo que hoy llamamos yogurt, cuajada, queso blando, queso duro o mantequilla.  La mantequilla se usaba muy raras veces para cocinar, en lugar de eso se empleaba el aceite de oliva.  El pueblo escogido confiaba grandemente en la leche, la consideraba necesaria para la supervivencia, tal vez por miles de años.  Ha sido llamada «la comida perfecta», porque provee los nutrientes que todos necesitamos para crecer, para combatir todas las enfermedades y mantenernos sanos.

 

Por ejemplo, una taza del alimento perfecto contiene:

   Calorías 157

   Carbohidratos 11,9 mg

   Calcio 250 mg

   Proteínas 8,4 mg

   Potasio 406 mg

   Vitamina A 15% MD*

   Vitamina D 12% MD*

   Sodio 26 mg

   (*Mínimo diariamente)

 

Todo esto hace de la leche un elixir de salud increíble, poderoso y versátil,  algo que las personas en los tiempos bíblicos parecían saber instintivamente: “Miel, manteca, ovejas, y quesos de vaca, para que comiesen; porque decían: El pueblo está hambriento y cansado y sediento en el desierto” (2 S. 17:29).

 

Permítame citarle estos descubrimientos recientes respecto a los beneficios que aportan a la salud la leche y los productos lácteos derivados: •   La leche ayuda a fortalecer los huesos en los niños e influye en la prevención del desarrollo de la osteoporosis en las mujeres mayores.

 

Los ingredientes en la leche disminuyen la presión alta y el colesterol, ambos factores importantes en las enfermedades del corazón.

La leche ataca las infecciones bacterianas, especialmente esas que causan la diarrea.  Alivia los tejidos del estómago irritados por drogas o alimentos difíciles de digerir.  No obstante, los descubrimientos recientes indican que si padece de úlceras debe evitar la leche porque estimula los ácidos estomacales que causan las úlceras.

La leche previene las caries dentales y la bronquitis crónica.

Los investigadores dicen ahora que mientras la leche detiene el desarrollo de algunos tipos de cáncer, también aumenta la energía y la agudeza mental.

Con todo esto, no maravilla que este alimento perfecto fuera tan importante en la vida de los pueblos bíblicos que tenían que depender de los productos naturales como medicina.  En la guerra contra el cáncer, por ejemplo, se está acumulando evidencia de que la leche es especialmente efectiva en prevenir el cáncer del colon.  En 1985, los científicos de la Universidad de California, en San Diego, publicaron los resultados de un estudio de 20 años sobre la leche y el cáncer del colon, involucrando a 2.000 hombres.

 

Los resultados fueron increíbles.  Los hombres que ingerían dos vasos y medio de leche diariamente, eran menos propensos a padecer de cáncer del colon.  De hecho, el riesgo de ellos de contraer la enfermedad se redujo en un tercio.

 

Aparentemente el alto contenido de calcio de la leche y la vitamina D que contiene, trabajan unidos para prevenir el cáncer.  Dos o tres tazas al día de leche descremada con vitamina D, puede ser todo lo que necesite para resguardarlo contra esta forma devastadora de cáncer.  En este y otros estudios, tales como esos conducidos en el Centro para Cáncer en el New York Memorial Sloan Kettering, se determinó que el calcio en la leche neutraliza los ácidos de la bilis e impide el crecimiento de las células propensas al cáncer en el colon.

 

La lactobacilina, la cual es la leche que ha sido fermentada deliberadamente por varias bacterias, también puede ayudar a combatir la enfermedad al prevenir los cambios abruptos en las células que causan el cáncer del colon.  De manera similar, la leche puede actuar como un anticuerpo al parar las infecciones que atacan nuestro sistema gastrointestinal, algo que era un asunto de vida o muerte durante los tiempos bíblicos cuando no se disponía ni de la penicilina ni de las otras drogas milagrosas modernas.

 

Esos químicos contra las infecciones ayudan a acabar con las diarreas en los niños, las cuales eran especialmente peligrosas en los tiempos antiguos, y las que todavía son a menudo fatales entre los infantes en los países subdesarrollados del tercer mundo.  Un estudio de la Escuela Pública de Salud de la Universidad de Michigan, descubrió que los infantes y los niños que recibieron sólo leche de bajas calorías eran cinco veces más propensos a desarrollar enfermedades intestinales agudas que los niños que bebían leche sin descremar.

 

Por otra parte, si usted es un adulto y está considerado como una persona de alto riesgo para un ataque al corazón, la leche entera no es para usted.  Tal vez la leche descremada. Hay buena evidencia de que la leche descremada de hecho puede disminuir el mal colesterol y el conteo en el colesterol de la sangre.  El doctor George Mann de la Universidad Vanderbilt ha concluido en su investigación que la leche puede ser un factor en controlar firmemente la producción del mal colesterol en el hígado, el cual si no se controla puede desencadenar toda clase de problemas cardiovasculares.

 

La leche también tiene un efecto benéfico en esos con presión alta o que sufren de hipertensión moderada.  Las razones parecen ser el calcio.  Aparentemente las deficiencias de calcio pueden desencadenar un aumento en la presión de la sangre.  Una adición de calcio contrarresta el aumento de la presión sanguínea, aunque de forma algo sorprendente, un suplemento de calcio sólo no tiene el mismo efecto.  El secreto tal vez sea que usted necesita recibir el calcio de la leche.  Un estudio de más importancia entre 8.000 personas de edad madura conducido por el Instituto Nacional de Corazón, Pulmón y Sangre, encontró que las personas que no bebían leche estaban más propensas a sufrir de presión alta que esas que bebían un cuarto de leche diariamente.

 

La leche y el queso también parecen ayudar a combatir las caries dentales.  Los elementos en la leche y los productos derivados de la leche (calcio, fosfato, caseína y otros más) se combinan para impedir que los azúcares penetren en los dientes y causen caries. Expertos de la Universidad de Toronto examinaron este fenómeno y descubrieron que el queso cheddar o su extracto reduce las caries en un 56%.  Sin embargo, a pesar de todos sus milagrosos beneficios, la leche no es para todo el mundo.  Las personas que sufren de intolerancia a la lactosa tienen que evitarla, pero pueden tomar yogurt sin problemas.  La lactosa es el azúcar que se encuentra en la leche y puede producir desórdenes intestinales en personas que no la toleran.

 

Ahora también se cree que la grasa saturada en la leche contribuye a aumentar el riesgo en las enfermedades del corazón y posiblemente con algunos tipos de cáncer, incluyendo cáncer del seno, intestino, laringe, vejiga y boca.  Ya que la leche en los tiempos bíblicos no permanecía fresca por mucho tiempo, las personas que vivían entonces, la convertían en queso o en otros productos derivados que se conservaban por más tiempo.  Consecuentemente, los pueblos de los tiempos bíblicos eran expertos en hacer queso.  Un galón de leche fresca producía cerca de media libra de queso que podía utilizarse en muchas formas diferentes, mientras que seguía reteniendo los numerosos beneficios originales para la salud.

La Miel

 

“Pero Jonatán no había oído cuando su padre había juramentado al pueblo, y alargó la punta de una vara que traía en su mano, y la mojó en un panal de miel, y llevó su mano a la boca; y fueron aclarados sus ojos” (1 S. 14:27). 

 

Por muchas razones, pero especialmente porque sabe tan bien, la miel era uno de los alimentos más populares entre las personas de los tiempos bíblicos.  Se convirtió en un símbolo de abundancia y de las bendiciones de Dios, de la  “...tierra que fluye leche y miel” (Jos. 5:6).

 

La tradición dice que cuando el rey David hizo su entrada triunfante en Jerusalén con el arca, uno de los regalos que trajo consigo eran tortas de miel: “Y repartió a todo el pueblo, y a toda la multitud de Israel, así a hombres como a mujeres, a cada uno un pan, y un pedazo de carne y una torta de pasas [con miel en el texto hebreo original]...” (2 S. 6:19).  El pueblo de la tierra prometida consumía miel como un alimento y la usaba, además, para endulzarlo todo.  Dios asimismo le dio este consejo al pueblo de Israel: “Come, hijo mío, de la miel, porque es buena, y el panal es dulce a tu paladar” (Pr. 24:13).

 

El propio Hipócrates recomendaba una mezcla de miel, agua y ciertas hierbas para bajar la fiebre.  La miel, ciertamente, no es sólo buena para comer, sino que es uno de los alimentos más poderosos para curar que tenemos a nuestra disposición.  Una sola porción de miel, aproximadamente una cucharada, contiene 64 calorías y 17 gramos de carbohidratos.  E incluso hasta una porción mínima contiene el impacto de una pequeña farmacia.  La miel que ahora conocemos puede matar las bacterias, desinfectar heridas y aliviar inflamaciones.  Viajeros incontables han descubierto que la miel funciona cuando nada más lo hace.  Generaciones de abuelas han recomendado la miel a sus nietos para las gargantas doloridas.

 

La miel parece calmar los nervios, y como la vida está colmada de tensiones nos ayuda a dormir mejor.  Los asmáticos en todas partes aseguran que la miel los ayuda a respirar mejor, lo cual tal vez se deba a que el polen en la miel desensibiliza y contraataca las alergias.  Un antiguo rollo egipcio desenterrado por los arqueólogos  enumeraba cientos de remedios para enfermedades y heridas.  De los 900 tratamientos aproximados, más de 500 tienen la miel como un ingrediente principal.

 

Los egipcios, griegos y romanos, todos descubrieron que el frotar miel en las heridas es una cura rápida y efectiva.  En la década de 1970, se hicieron pruebas científicas en Gran Bretaña de la miel como remedio.  Pero... ¿Cuál fue el resultado?  Las heridas quirúrgicas se sanaron más rápido y con menos infecciones secundarias  cuando fueron tratadas con miel, que esas que fueron tratadas con antibióticos.

 

La miel mata bacterias peligrosas tanto en el interior del cuerpo como en la parte externa.  En el tracto intestinal ataca y acaba las bacterias, especialmente esas que causan diarrea.  En África del Sur los investigadores descubrieron que la miel hizo un trabajo maravilloso al eliminar enfermedades mortales con síntomas relacionados a la diarrea, tal como la salmonella, la shigella, e-coli y cólera.  El estudio involucraba a dos grupos de niños que eran tratados para gastroenteritis aguda.  Todos sufrieron terriblemente con la diarrea debido a infección intestinal.  A un grupo se le administró líquidos mezclados con miel; a un segundo grupo, líquidos mezclados con azúcar.  Los niños que recibieron el tratamiento con miel se recuperaron un 40% más rápido que esos a quienes se les dio azúcar.

 

Para la garganta dolorida se recomiendan las gárgaras de miel mezclada con jugo de limón o vinagre.  Esto recubre y lubrica los tejidos irritados de la garganta, aliviando las molestias para tragar.  En un nivel más científico, los ingredientes que hacen que sepa dulce van directo al cerebro y le indican a la glándula pituitaria que empiece a bombear endorfinas tranquilizantes.

 

La endorfina tiene una influencia poderosa en nuestro humor, memoria, habilidad para aprender y percepción del dolor.  La endorfina afecta el cerebro en una forma muy parecida a la morfina y estos calmantes naturales no son adictivos.  De tal manera que la miel para la garganta atenúa el dolor.  La ciencia moderna también ha descubierto por qué la miel ayuda a quienes sufren de asma.  Por largo tiempo nadie sabía exactamente cómo funcionaba.  Algunos expertos contendían que el polen que le transferían las abejas a la miel desensibiliza a las personas alérgicas en la misma forma que hacen las inyecciones.

 

Los oponentes se mofaban de esto diciendo que era imposible que hubiera tanto polen en la miel que pudiera ir a nuestro sistema para hacer una diferencia.  Sin embargo, recientemente los investigadores en la Clínica de Niños de la Universidad de Heidelberg en Alemania emprendieron un estudio para ponerle fin al debate.  Setenta niños que sufrían de problemas alérgicos, tales como fiebre del heno y asma participaron en la investigación.  Durante la temporada más intensa de alergias, se les suministró cada día soluciones que contenían polen y se les dijo que continuaran con ese tratamiento tres veces por semana durante la estación de alergias.

 

Un increíble 84% de los niños sufrió de menos ataques alérgicos.  La conjuntivitis y los síntomas comunes disminuyeron en un 70%.  Al igual que se redujo a la mitad el número de pacientes con secreción nasal y narices irritadas.  En 1958, el doctor D. C. Jarvis incluyó diversos usos para la miel en su libro publicado en inglés Folk Medicine (Medicina popular).  Además de recomendar la miel en tratamientos para malestares tales como resfriados, cólicos, quemaduras y nariz tupida, Jarvis también sugirió que se tomara «...una cucharada de miel con la cena...» como una forma de evitar el insomnio.

La miel puede ayudarlo a dormir debido al azúcar natural que contiene.  Los científicos ahora saben que mientras nuestros cuerpos queman azúcar, el cerebro produce una sustancia química llamada serotonina.  El propósito de la serotonina es relajarnos, aquietar todo el parloteo del cerebro y gradualmente hacernos dormir.

 

En los tiempos bíblicos se servía miel para honrar a los visitantes, pero como se servía después de la comida principal al final del día, también tenía un efecto calmante y tranquilizador que estimulaba el sueño.  Vale la pena hacer notar que el Centro para Control de las Enfermedades dice que no debe dársele miel a niños menores de un año.  La razón es que las esporas de las bacterias del botulismo se adhieren a la miel.  En los adultos, el sistema inmunológico es maduro y lo suficientemente fuerte para resistir tales ataques, mientras que en los niños no está tan desarrollado para hacerle frente a un adversario tan poderoso.

 

Bendiciones de lo alto

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