Condimentos, especias y hierbas en las escrituras

Hierbas

 

“Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios” (He. 6:7).  Como todas las personas de su tiempo, los hebreos primitivos estaban muy familiarizados con las plantas que crecían en sus alrededores, especialmente las hierbas que se usaban como medicina y alimento.  Las personas de los tiempos bíblicos cultivaban una variedad de hierbas por sus poderes curativos al igual que por el sabor que le añadían a los alimentos.  Las hierbas y las especias eran ingredientes necesarios en casi cada receta, desafortunadamente sólo se mencionan unas pocas específicamente en la Escritura.

Culantro

 

Cuando el pueblo de Israel vagaba en el desierto y recibió maná por alimento, lo describieron como semilla de culantro: “Y era el maná como semilla de culantro, y su color como color de bedelio.  El pueblo se esparcía y lo recogía, y lo molía en molinos o lo majaba en morteros, y lo cocía en caldera o hacía de él tortas; su sabor era como sabor de aceite nuevo.  Y cuando descendía el rocío sobre el campamento de noche, el maná descendía sobre él” (Nm. 11:7-9).

 

Desde entonces, el culantro, también conocido como «cilantro», ha sido llamado «el curandero del cielo».  El cilantro es una planta anual de la familia de la zanahoria o del perejil y tiene pequeñas flores blancas o rosadas en ramos.  El fruto consiste de semillas entre  grisáceas y blancuzcas.  Crecía silvestre a través del territorio de Egipto, Palestina antigua y otros países en la región.  Las semillas tienen un aroma agradable.  Son usadas como especias para pasteles, carnes, dulces, ensaladas, sopas y vinos.

 

 

Es muy probable que esa gente de los primeros tiempos no sufriera de indigestión porque por siglos usó el cilantro como tratamiento para enfermedades menores del estómago.  A diferencia de la mayoría de las medicinas para los problemas digestivos, el cilantro tiene buen sabor y olor.  Se recomienda para la indigestión, flatulencia y diarrea.  Externamente se usa para suavizar los músculos y para el dolor en las articulaciones.  Recientemente los científicos comenzaron a examinar el cilantro como un tratamiento antiinflamatorio para la artritis.  Otras investigaciones han demostrado que reduce los niveles de azúcar en la sangre lo cual puede ser de ayuda para los diabéticos.

Menta

 

El sabor refrescante de la menta debido a la presencia de aceites esenciales característicos, es bien conocido por todos nosotros hoy, tal como fuera para los hebreos, griegos y romanos de los tiempos bíblicos quienes usaban la menta como medicina, al igual que para el sabor.  Algunos expertos en la Biblia dicen que la menta se encontraba entre las “hierbas amargas” mencionadas en Éxodo 12:8 y Números 9:11, junto con las hojas de escarola, achicoria, lechuga, berro, acedera y diente de león que se comía como una ensalada.  La menta es una de las “hierbas amargas” de la fiesta de Pascua de hoy.

 

Los médicos griegos y romanos usaban la menta.  Recomendaban que se le añadiera a la leche para prevenir que se dañara y la servían después de las comidas como una ayuda para la digestión.  También sugerían que se colgara un ramo en las habitaciones de los enfermos para acelerar la curación.  A través del territorio de la Tierra Santa crecían varias especies de menta silvestre.  Hoy conocemos principalmente a la menta como hierbabuena.

 

Los expertos modernos en hierbas recomiendan que se tome directamente la hierbabuena o se le añada a las comidas como un tratamiento para los cólicos menstruales, mareos matutinos, resfriados, influenza, dolores de cabeza, indigestión, fiebre e insomnio.  Los expertos en medicina también saben que las diversas variedades de la menta son maravillosas para tratar docenas de problemas.  Es por esta razón que la menta, con su contenido en mentol, se encuentra en muchos remedios que se venden sin receta para la indigestión, dolores menores y congestión.

 

La menta también es antiespasmódica.  Alivia los músculos del tracto digestivo y del útero.  Pero mientras la hierbabuena puede ser buena para las náuseas, también puede estimular la menstruación.  De tal manera que los doctores les advierten a las mujeres embarazadas que eviten la hierbabuena como un tratamiento para las náuseas

El Perejil

 

Leemos en Cantares 5:13: “Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores...”  Aunque el perejil no está mencionado específicamente en la Biblia, era muy común en esos días, de tal manera que lo usaban en gran manera.  Por miles de años se ha incluido como parte de la comida de Pascua, como símbolo de un nuevo principio porque es una de las primeras hierbas que aparecen en primavera.

 

Los romanos también usaban perejil.  Tradicionalmente se colocaba en los banquetes para refrescar el aliento.  Incluso hoy, muchos restaurantes adornan sus platos principales con una ramita de perejil, aunque los comensales piensan que se trata simplemente de una decoración y la colocan a un lado.  El perejil es una rica fuente de vitaminas A y C.  También contiene dos químicos: apiol y miristicina, que actúan como un laxante suave y como un fuerte diurético. Además, por estudios realizados se informa que el perejil bloquea la formación de histamina, el químico que desencadena los ataques alérgicos.  La conclusión: El perejil puede ayudar a las personas que sufren de fiebre del heno y de brotes de urticaria.

 

Otros ingredientes en el perejil han demostrado ser efectivos para combatir los linfomas cutáneos, una forma de cáncer de la piel. Un estudio publicado dice que la acción diurética del perejil puede ayudar a controlar la presión alta en la sangre.  En Alemania, se prescribe a menudo el té de la semilla de perejil por la misma razón.  Vale la pena hacer notar que el perejil tiende a disminuir el suministro de potasio del cuerpo, un nutriente esencial.  Si usa el perejil como un diurético, asegúrese de comer alimentos ricos en potasio, tales como vegetales frescos y bananos.

Las Cebollas

 

Hablando técnicamente las cebollas y los ajos son hierbas. Pero a lo largo de los siglos se les ha llegado a considerar, no sólo como aderezo, sino como alimentos separados. De hecho, hoy casi nadie las considera hierbas a pesar de que ciertamente contienen todos los poderes curativos y mucho más, que están asociados con las hierbas, más notablemente el ajo.

 

Como su primo, el ajo, la cebolla es considerada un curalotodo. El alta estima que tienen por ella los médicos naturalistas, se remonta al comienzo de la humanidad. Un hecho, sólo hay una referencia a la cebolla en toda la Biblia, pero considero que es suficiente para que merezca que la mencionemos, porque esa sola referencia enfatiza claramente lo importante que era este alimento en la vida de los israelitas. Y dice el registro bíblico: “Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde; de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos” (Nm. 11:5).

 

Cada uno de los alimentos mencionados en el versículo se encuentran entre los más potentes para sanar que se encuentran en la naturaleza. Nutricionalmente, una taza de cebolla cruda contiene:

 

Calorías 27

Sodio 2 mg

Potasio 125 mg

Fibra 0,6 g

Carbohidratos 5,9 g

 

También son ricas en vitaminas, incluyendo B1, tiamina, B2, riboflavina y C.

 

El historiador griego Herodoto, escribió que las cebollas eran consideradas una fuente tan importante de energía y resistencia, que los faraones egipcios gastaban nueve toneladas de oro, una pequeña fortuna, en cebollas para alimentar a los esclavos y trabajadores, muchos de ellos israelitas, que construían las pirámides. No sabemos si los judíos adquirieron el hábito de comer cebolla mientras vivieron en Egipto o si ya lo tenían de antemano, lo cierto es que los judíos la añoraban cuando vagaban con Moisés en el desierto.

Vemos entonces que por lo menos 3.000 años antes del nacimiento de Cristo, las cebollas eran atesoradas, no sólo como alimento, sino por su valor terapéutico, particularmente para el tratamiento de los riñones y problemas de la vejiga. Esta creencia constante de que las cebollas eran un buen remedio casero continuó a través de la edad media hasta el día presente. Externamente se han usado como antiséptico y un calmante del dolor, y tomadas como un tónico, sirven para aliviar los dolores de los gases intestinales, los síntomas de la hipertensión, y reducir el nivel de azúcar y colesterol en la sangre.

 

En algunas áreas de los Balcanes, Bulgaria en particular, las personas le atribuían su longevidad a una dieta que incluía concentraciones altas de cebollas y yogurt. Se dice que entre los remedios caseros de muchas culturas, se usa el jugo de cebolla junto con almíbar hecho de miel para tratar la tos, resfriado y ataques de asma. Los herbolarios modernos, incluso hoy, recomiendan el almíbar de cebolla como un expectorante. También se cree que las cebollas son diuréticas y reducen la presión arterial.

 

Incontables investigaciones han demostrado ahora claramente entre otras cosas, que las cebollas tienen un efecto profundo en el colesterol de la sangre, elevando el buen colesterol y reduciendo el malo. El doctor Victor Gurewich, un profesor de medicina en la Universidad Tufts, ha hecho un estudio cuidadoso de las enfermedades cardiovasculares y las cebollas y simplemente aconseja: «Coma cebollas».

 

Los componentes terapéuticos en las cebollas también retrasan la coagulación de la sangre, además de regular el azúcar, aliviar la congestión bronquial y de acuerdo con nueva investigación contribuyen a prevenir el cáncer. Además, no es necesario que se atiborre de cebollas para que le proteja el corazón. Algunos doctores dicen que sólo media cebolla cruda al día, es suficiente. Una sola cucharada de cebollas cocidas, anulará el efecto de comer una comida particularmente grasosa.

 

Estos descubrimientos ya han sido comprobados. Según Jean Carper, autora del libro publicado en ingles y cuyo título en español es: Los alimentos farmacéuticos, «la cebolla es una de las comidas milagrosas más probadas en los alimentos farmacéuticos, un bulbo potente y versátil contra una hueste de malestares, tal como aseguraban los antiguos». En algunos casos los científicos han aislado hasta 150 químicos diferentes en la cebolla, pero todavía se está debatiendo cuáles componentes hacen exactamente esto o aquello. Las cebollas crudas obran mejor con el colesterol. Según el doctor Gurewich, en las cebollas cocidas de alguna forma parece reducirse sus poderes limpiadores, sin embargo, incluso cocidas son mejor que todo.

 

Tanto crudas como cocidas actúan como un anticoagulante ayudando a prevenir que se formen los trágicos coágulos sanguíneos en las arterias. Ellas de hecho ayudan a disolver coágulos que ya se han formado. En un estudio histórico que se llevara a cabo en India, a las personas que participaron se les dieron comidas ricas en grasa, tal como mantequilla, crema y huevos, exactamente la clase de dieta que eleva los niveles de colesterol rápidamente y aumenta el peligro de los coágulos sanguíneos. Después le añadieron unas dos onzas de cebolla a la dieta y los resultados fueron asombrosos. El colesterol que se había elevado por las grasas quedó bajo control y se revirtió la tendencia de los coágulos.

 

Un segundo estudio confirmó este descubrimiento, que tanto la cebolla cruda como cocida, ejercen una transformación similar en la sangre. En este segundo estudio, las personas fueron sometidas a una dieta de 3.000 calorías, rica en grasa, durante quince días. El colesterol se elevó de un promedio de 219 a 263. Sin embargo, al añadir una sola cucharada de cebollas, el nivel de colesterol descendió a 237. Entre más cebollas había en la dieta, mayor fue el descenso en los niveles de colesterol. Aparentemente los mejores resultados se lograron con tres a cuatro tazas de cebollas crudas o cocidas por semana, no mucho si se tiene en cuenta el beneficio que se recibe.

 

Otros científicos están estudiando los químicos en la cebolla como posible ayuda contra el cáncer. Ellos ya saben que el sulfuro, uno de los 150 químicos en la cebolla, parece obrar excepcionalmente bien haciéndole un alto a los cambios súbitos en las células que a menudo causan el cáncer. Las pruebas realizadas en el Instituto de Tumores del Hospital Anderson en Houston, uno de los principales centros de investigación para cáncer en el mundo, han identificado una sustancia en la cebolla llamada «propylsulfide». Los expertos informan que este químico, tritura estas enzimas en el cuerpo que pueden dejar fuera de control el crecimiento del cáncer.

 

Un proyecto similar en la Facultad de Medicina Dental de la Universidad de Harvard concluyó que en pruebas realizadas con animales, el extracto de cebolla detuvo el crecimiento del cáncer oral o destruyó enteramente las células cancerosas. Este extracto de cebolla, dijo el investigador, es una sustancia natural no tóxica que puede por lo menos impedir en alguna forma la aparición del cáncer.

 

Las cebollas, y el extracto de cebolla pueden también ser efectivos en controlar la diabetes al bloquear el aumento súbito de azúcar en la sangre. De hecho, dos estudios separados realizados con animales indicaron, que el extracto de cebolla era un 77% más efectivo para reducir el azúcar en la sangre, que muchas de las drogas que se prescriben comúnmente para el tratamiento de la diabetes.

 

Los pueblos de los tiempos bíblicos fueron los primeros en tratar resfriados y dolencias similares con cebollas. Ahora, la tecnología del siglo XXI está confirmando que muchos de esos remedios de la antigüedad se basan en sólido hecho científico. En el caso de las cebollas como antibiótico, por ejemplo, ejércitos incontables que marcharon a lo largo de la historia usaban las cebollas como un bálsamo para las heridas en los campos de batalla. Pero no fue, sino hasta el siglo XIX que este remedio casero fue realmente puesto a prueba en el laboratorio, cuando el notable químico francés Louis Pasteur demostró que la cebolla era antibacteriana.

 

Las cebollas son efectivas en contra de varias bacterias peligrosas incluyendo la mortal E-coli y la salmonella. Las cebollas también poseen un fuerte antibiótico que mata una variedad de bacterias responsables de enfermedades que van desde la diarrea hasta la tuberculosis. Científicos rusos dicen que de las más de 150 plantas que estudiaron, las cebollas y los ajos eran las que contenían más ingredientes antibacteriales. Informaron que masticar una cebolla cruda por cerca de cinco minutos, esterilizaba completamente la boca y la garganta protegiendo al individuo contra enfermedades causantes de virus y gérmenes.

 

Las cebollas aparentemente bloquean los virus que causan los resfriados. Si usted se come una, el masticarla le ayudará a recobrarse más rápidamente porque los vapores y químicos en la cebolla actúan como expectorante natural. Las cebollas, los ajos, los ajíes picantes y otras comidas picantes, estimulan el cuerpo a producir más fluidos, los cuales a cambio aflojan las mucosidades y hacen que el resfriado se alivie más rápidamente.

El puerro

 

El puerro también se halla mencionado en el libro de Números. Y dice la Escritura: “Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos” (Nm. 11:5, 6).

 

El puerro es una versión dulce de la cebolla. Cocido es extremadamente versátil cuando se usa con otros platos. Tiene un favor más delicado que el ajo o la cebolla y forma la base de muchos platos tradicionales que se originaron en Israel antiguo y los territorios vecinos.

 

Un plato favorito en los tiempos bíblicos y que todavía es popular en los países del Medio Oriente hoy, era un cocimiento hecho con el bulbo blanco de los puerros, arroz o granos similares, nueces trituradas y endulzado con miel. En un libro en inglés A fountain of gardens, la autora Wilma Paterson escribe: «Es apenas sorprendente que los hebreos añoraran estos tres miembros de la familia de los lirios, puerros, cebollas y ajos, como alimentos importantes en su dieta, tal como son ahora. Los puerros eran bien conocidos en el antiguo Egipto y eran apreciados no sólo como alimento, sino para uso medicinal, los empleaban para tratar quemaduras».

 

Plinio, el escritor del primer siglo de la era cristiana, describe cómo el emperador Nerón comía puerros. Los puerros en cantidad eran prescritos para la infertilidad en las mujeres y se han usado por tradición, externa e internamente para una variedad de condiciones. El caldo de puerros se prescribe no sólo para la obesidad, sino para problemas en los riñones, desórdenes intestinales y resfriados.

 

 

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