ZWINGLIO, HULDREICH

(1484-1531)

 

Huldreich Zwinglio, el reformador de la Suiza alemana, nació en Wildhaus, a 25 kilómetros al sur de Saint-Gallen, en el valle de Toggenburg, el 1 de enero de 1484, Suiza, y murió en Cappel, a 16 kilómetros al sur de Zurich, el 11 de octubre de 1531.

 

Primeros años y educación.

 

Su nombre tiene diversas variantes: Ulric, Ulrich, Ulricus, Huldricus y Huldrych, mientras que su apellido era originalmente Zwilling (mellizo). Su padre, Ulrich Zwinglio, era el principal magistrado de la villa y su tío, Bartolomé, era sacerdote del lugar. El nombre de su madre cuando era soltera fue Margarita Meili, siendo su hermano Johannes († 1524) abad del monasterio benedictino de Fischingen, mientras que un pariente cercano, probablemente un tío suyo, era abad de San Juan, cerca de Wildhaus. Zwinglio fue el tercero de los ocho hijos de sus padres.

 

En 1487 su tío Bartolomé se trasladó a Wesen, en el Walensee, donde fue cura y deán, recibiendo a su sobrino en su casa y mandándolo a la escuela del pueblo. Siendo amigo del nuevo saber y percibiendo la promesa que era el muchacho, determinó educarlo para la Iglesia, pero de acuerdo con las nuevas ideas lo envió a la escuela de Gregory Buenzli en la pequeña Basilea, en 1494, y en 1498 a la de Heinrich Woelfli (Lupulus) en Berna. Allí el muchacho se distinguió e hizo muchas amistades, ya que, como Lutero, era amigo de la música y de fácil compañía. Esas cualidades indujeron a los dominicos a invitarle para que viviera en su monasterio, pero cuando su padre y su tío se enteraron lo sacaron de la ciudad para que no fuera monje y lo enviaron a Viena. Durante los dos años siguientes estudió allí (1500-02) y en 1502 se matriculó en Basilea, recibiendo su licenciatura en filosofía y letras en 1504 y su máster en filosofía y letras en 1506, enseñando mientras tanto en la escuela de San Martín. En 1506 era cura en Glarus, donde permaneció durante diez años.

 

Dudas iniciales en Einsiedeln.

 

Siendo un estudioso, Zwinglio se entregó a sus libros, teniendo profundos y amplios fundamentos. También era evidente su capacidad como predicador, denunciando con celo inflamado los males de su tiempo, siendo el principal de ellos, el enrolamiento de jóvenes suizos para guerrear en las filas papales como mercenarios, ocupación que en muchos casos resultaba en su ruina moral. Como algunas de las más importantes personas en su congregación participaban de ese negocio, su oposición despertó su animosidad poniéndole en una posición tan desagradable que estuvo agradecido al recibir una invitación para ser predicador en Einsiedeln, a unos kilómetros de Glarus y principal lugar de peregrinación en Suiza, Alemania meridional y Alsacia. Allí conoció a gran número de personas, incluyendo gente prominente, cuyo contacto le ayudó a clarificar su pensamiento sobre las cuestiones ardientes del momento.

 

Zwinglio tenía una mente cándida y su fe en la ortodoxia tradicional ya había recibido varios choques. Thomas Wyttenbach fue el primero en cuestionar la base tradicional de la enseñanza de la Iglesia en 1505-06 y un poco más tarde conoció un libro que contenía la liturgia usada en Mollis, cerca de Glarus, doscientos años antes, encontrando que la copa era administrada al bebé tras su bautismo. Otra vez, en una campaña en Italia como capellán del contingente de Glarus en el ejército papal, descubrió que la liturgia de Milán difería en muchos puntos de la usada en otras partes. La meditación en estos puntos le mostró que la Iglesia no había enseñado en absoluto las mismas verdades desde el principio, ni había observado siempre las mismas prácticas. Como otros humanistas, leyó a Erasmo, aprendiendo de él que la fuente de la doctrina era la Biblia y no la Iglesia.

 

Cuando pudo leer el Nuevo Testamento en el original en 1516, gracias a Erasmo, bebió la verdad de la fuente misma, en lugar de las corrientes más o menos fiables de la tradición. Luego en Einsiedeln descubrió que la corrupción de la Iglesia en el clero y la teología era un tema común, aventurándose a discutir esos asuntos en el púlpito. Exaltó la Biblia por encima de la Iglesia como la guía para la verdad y a Jesucristo por encima de la Virgen María, como intercesor ante el Padre. Al hacer esto, actuaba de forma independiente a Lutero, ya que ni siquiera había oído hablar de él. Zwinglio siempre pretendió ser ignorante de lo que Lutero escribió, siendo su constante orgullo que él había comenzado la Reforma en Suiza, independientemente de Lutero.

 

Fue una desventaja para la causa general de la Reforma que estos dos hombres no confraternizaran. Como Zwinglio no aceptó la doctrina de Lutero sobre la Cena, éste declaró que era de un espíritu diferente, desaprobando aquél algunas enseñanzas de éste.

 

Cura-predicador en Zurich; matrimonio.

 

No es probable que Zwinglio se viera en apuros por su doctrina en Einsiedeln; más bien incrementó su reputación, por lo que cuando la posición de predicador y cura en el Gran Minster en Zurich quedó vacante a finales de 1518, fue candidato a ocuparla. Entonces salió a la luz un incidente que ha sido de humillación para sus amigos y fuente de triunfo para sus enemigos. Al igual que el clero a su alrededor, Zwinglio se creía absuelto de la obligación de guardar la castidad. Las caídas sexuales eran demasiado corrientes para ser consideradas objeciones en un sacerdote, pero la acusación contra él era que había seducido a la hija de una buena familia, lo que era considerado una razón válida para rechazar su candidatura. Él escribió una defensa al respecto que todavía existe. Negó la acusación de seducción, pero admitió francamente la acusación de incontinencia habitual y lo hace en un tono jocoso que muestra su concepción de la ofensa como algo liviano.

 

El capítulo del Gran Minster dio por buenas estas razones y lo eligió para el cargo, siendo un hombre confesadamente libidinoso el que llegó a Zurich, al no haber entrado todavía el evangelio en su corazón. En la parroquia había una hermosa viuda, Anna Reinhard, hija de un posadero que se había casado en 1504 con Hans Meyer von Knonau, de una familia patricia de Zurich, quien había muerto en 1517. Su hijo, Gerold, estaba en la escuela latina cuando Zwinglio vino a Zurich y conoció a la madre.

 

Cuándo se transformó la amistad en intimidad no es posible fecharlo, pero lo cierto es que desde la primavera de 1522 él y ella vivían juntos en lo que se denominaba un 'matrimonio clerical'. Tales concubinatos, aunque no tenían el mismo nivel que un matrimonio, no eran considerados un estigma, asumiéndose que sin gracia divina no era posible para un sacerdote vivir en pureza; como de hecho muy pocos lo hacían, era mejor para la moral de la comunidad que tuvieran esposas nominales. Se esperaba, y probablemente así era, que vivieran para esas mujeres y ellas para ellos. Sin embargo, cuando se formó la relación de Zwinglio y Anna Reinhard muchos sacerdotes protestantes ya se habían casado con sus amantes u otras mujeres, esperándose que Zwinglio hiciera lo mismo, al ser la cabeza del movimiento reformador en Zurich, mostrando coraje y dando un buen ejemplo. Por qué no lo hizo entonces se ha explicado por su vacilación ante tener que enfrentar complicaciones sociales y monetarias al casarse con la viuda de un patricio; finalmente, lo hizo el 2 de abril de 1524. Entre 1526 y 1530 nacieron cuatro hijos, aunque actualmente no quedan descendientes directos suyos.

 

Separación creciente de la Iglesia católica.

 

Zwinglio desempeñó su cargo de predicador-cura desde 1519 a 1522, reteniendo hasta el fin de su vida la predicación en el Gran Minster. Su fama se esparció por toda la Suiza alemana y el sur de Alemania. Sus sermones impresos eran largos, discursivos y aburridos, aunque claros y simples en estilo, perdiéndose su viveza en el proceso de expansión. Al poseer una erudición patrística y bíblica fuera de lo común, una naturaleza franca, cándida e independiente y un gran deseo por hacer avanzar los intereses religiosos, políticos y sociales en su país, ganó aprobación desde el principio, no sólo como predicador sino como persona. Cuando un predicador de indulgencias llamado Bernhardin Samson apareció en el cantón (1519), Zwinglio se opuso a él, trato que recibió la aprobación de la jerarquía, pues los padres de Trento reconocerían los abusos relacionados con la proclamación de las indulgencias.

 

Cuando la peste se desató en Zurich en 1520, Zwinglio trabajó activamente entre su pueblo, hasta el punto de quedar él mismo infectado y estar a las puertas de la muerte. Usó su posición obtenida por su devoción e independencia para hacer avanzar la Reforma, pero muy cautamente y atacando lo externo al principio. Mostraba que ayunar en Cuaresma no tenía apoyo bíblico, lo cual fue aprovechado por los que querían buenas comidas todo el año; los diezmos tenían base eclesiástica y secular, pero no bíblica, siendo su enseñanza aplaudida por los que pagaban impuestos y gemían bajo ellos. Tuvo algo que decir sobre la manera correcta de ayudar a los mendigos, que eran considerados por la gente piadosa como medios de devoción para ir al cielo. Luego vino la simplificación del breviario y los planes para una liturgia en la lengua vernácula, alterando el servicio en la administración de la Cena. Paso a paso, con el consentimiento de la magistratura de Zurich, alarmó a la jerarquía local, que apeló a Constanza, donde vivía el obispo, quien envió a la ciudad un comité de investigación que dictaminó entre el 7 y el 9 de abril de 1522 que los ciudadanos estaban satisfechos con las posiciones que Zwinglio había tomado. Era evidente que la ola de la Reforma había pasado de Alemania a Suiza.

 

La ruptura final.

 

Tras tres años predicando, Zwinglio estimó que el tiempo estaba maduro para dar un paso más allá. En consecuencia preparó sesenta y cinco tesis, muy distinttas a las noventa y cinco de Lutero, que eran sobre las indulgencias y destinadas a una audiencia universitaria, mientras que las de Zwinglio iban a una audiencia popular y cubrían todos los puntos del evangelio. De acuerdo al plan suizo de que antes de tomar medidas radicales en un cantón había que sostener un debate público, presidido por el burgomaestre, se celebró una reunión en el ayuntamiento de Zurich el 29 de enero de 1523. Toda la clerecía fue invitada, aunque no hubo debate real sino solo un diálogo entre Zwinglio y el vicario general de Constanza. La decisión de la magistratura fue que las doctrinas que Zwinglio había predicado estaban respaldadas por todos los sacerdotes del cantón.

 

Aunque era un paso satisfactorio, solamente era un primer paso. Zwinglio quería aplicar el evangelio a los asuntos prácticos, comenzando los preparativos para una segunda discusión, que seía celebraría entre el 26 y 28 de octubre de 1523, no siendo ya un debate entre la antigua Iglesia y la Reforma, ya que la tendencia se decantaba a favor de esta última. De interés especial es la parte que los radicales tomaron entre los seguidores de Zwinglio. Aceptaron su programa completo, pero eran partidarios de una aplicación inmediata, deseando que Zwinglio aceptara algunas de sus consecuencias lógicas, lo cual era contrario a su cauta manera de proceder. Las decisiones de la magistratura tras estas discusiones, sin embargo, eran suficientemente radicales menos para un radical, pues quitaron las imágenes y cuadros de las iglesias, hacían de la lengua vernácula el vehículo de la liturgia y despojaban a la misa de todas las adiciones que a lo largo de los siglos la habían sobrecargado.

 

Una tercera disputa tuvo lugar el 18 y 20 de enero de 1524, siendo un desesperado intento por parte de la facción católica de frenar el movimiento que Zwinglio había puesto en marcha. Para finales de 1524 la vida eclesiástica en Zurich era muy diferente, en muchos aspectos de sus manifestaciones externas, de las de otras ciudades suizas. Los conventos fueron abolidos y la música silenciada en las iglesias, un procedimiento extraño para alguien tan amante de la música como Zwinglio y defendible sólo sobre su teoría de que la Iglesia reformada no debería practicar lo que recordara lo que la antigua Iglesia había hecho con la música. Sólo la misa quedó en pie, pero revestida de tal manera con la vida del pueblo que él dudó si destruirla antes de que el pueblo estuviera plenamente preparado para aceptar un sustituto.

 

Finalmente, se emitió el decreto de que el miércoles de Semana Santa, 13 de abril de 1525, se administraría la Cena por primera vez de acuerdo a la liturgia de Zwinglio. Ese día, hombres y mujeres sentados en lados opuestos de la mesa que se extendía por el centro de la nave, tomaron del pan puesto en platos de madera y del vino en jarras de madera. El contraste con la antigua costumbre fue chocante para muchos, pero se aceptó la nueva forma. Con esta ruptura la Reforma en Zurich se había consumado.

 

Disturbios campesinos y anabaptistas.

 

Nada más haber sido establecida la Reforma hubo problemas internos que convulsionaron al Estado. Primero por los sufrimientos de los campesinos, que no obstante no supusieron el problema que fueron en Alemania, tanto porque sus demandas eran menores como porque la actitud de las autoridades, con el consejo de Zwinglio, fue más conciliadora. El otro elemento perturbador fueron los anabaptistas, que aunque no procedían de Zurich, sin embargo sí tenían entre sus filas a algunos que habían pertenecido a la congregación de Zwinglio en esa ciudad. Él les había enseñado a buscar en las Escrituras pruebas de las prácticas y doctrinas de la Iglesia, por lo que ellos le pidieron a él pruebas del bautismo de niños. Al no poder, al principio se inclinó a decir que la práctica no tenía apoyo bíblico, pero cuando ellos le presionaron para que se posicionara claramente, estalló su ira. Apeló a las afirmaciones de la Iglesia católica, lo que para un hombre tan radical en otros puntos dejaba ver una singular reticencia para aceptar la consistente enseñanza de sus amigos anabaptistas. Pero al percibir que el rechazo del bautismo infantil suponía el establecimiento de iglesias de regenerados y la exclusión de los que no hicieran una confesión pública de una experiencia de gracia y la abolición de la autoridad secular en asuntos religiosos, es cuando se opuso con todas sus fuerzas. Intentó silenciarlos mediante sermones y tratados, pero al no conseguirlo se dedicó a perseguirlos. Esta actitud se explica por su aceptación de que es necesario suprimir lo que es erróneo, incluso al coste de la vida, sobre la presunción de que es mejor que unos pocos mueran por su fe errónea a permitir que vivan y se propaguen sus errores. Esta doctrina fue aceptada por protestantes y católicos en el siglo XVI.

 

Conferencia en Baden.

 

Los años de Zwinglio desde 1524 a 1529 fueron extremadamente activos, pasándolos casi enteramente en Zurich. En Baden, un famoso balneario a veinte kilómetros al noroeste de Zurich, hubo una disputa entre los representantes católicos y protestantes desde el 21 de mayo al 8 de junio de 1526. Se pensó que era peligroso que Zwinglio acudiera porque la facción católica maquinaba su muerte, por lo que no acudió en persona pero mantuvo estrecha relación con los portavoces de Zurich, dándoles instrucción diariamente. Los debates eran tan justos como un debate puede ser, pero las cosas fueron en la dirección opuesta a como habían sucedido en Zurich, al ser los oradores y la audiencia predominantemente católica. Por supuesto, cada facción se consideró victoriosa. En 1528 Zwinglio fue a Berna, desempeñando la parte más prominente en la introducción formal de la Reforma en esa ciudad.

Conferencia con Lutero en Marburgo.

 

A este periodo de la vida de Zwinglio pertenece el debate con Lutero sobre la Cena, que es uno de los grandes fracasos cuyas consecuencias llegan hasta el día de hoy. Como dijo Lutero en Marburgo, él y Zwinglio no eran del mismo espíritu. Zwinglio enseñaba que los sacramentos eran signos y símbolos de cosas santas, pero que no tenían en sí mismos poder para limpiar, de modo que la Cena es un memorial de la obra hecha por Jesucristo. En esto su pensamiento era sencillo, no habiendo cabida para la idea mística en ninguna de sus formas. Por consiguiente, el intercambio de material de lectura entre él y Lutero no sirvió para nada, salvo para enojar a Lutero. El bautismo y la Cena, que Jesús tuvo la intención de que fueran prácticas unificadoras, produjeron una división no solo entre católicos y protestantes, sino entre protestantes mismos.

 

Entre los dirigentes protestantes que deseaban la unidad sobre este punto estaba Felipe de Hesse. Él promovió un encuentro en su castillo de Marburgo entre Zwinglio y Lutero que tuvo un buen resultado. Lutero descubrió que tenía con Zwinglio muchas cosas en común. Aunque el territorio por el que Zwinglio tenía que pasar en su camino hacia Marburgo era, con excepción de unos pocos kilómetros, amistoso hacia los protestantes, el temor de Zwinglio y sus amigos ante la posibilidad de toparse con católicos, hizo que el reformador considerara este viaje un acto de valor. Dejó Zurich furtivamente, sin permiso del gobierno y hablándole de otro destino a su esposa, pero nada le sucedió. Al pensarse poco sabio presentarle directamente a Lutero, fue presentado a Melanchthon, aunque el debate se llevó a cabo principalmente entre Lutero y Zwinglio. Ambos lados se atribuyeron la victoria y el usual intercambio de epítetos desagradables siguió al debate, que el landgrave esperaba sellar con la unión.

 

Infructuosos planes contra los Habsburgo y el papa.

 

Tras su regreso a Zurich, Zwinglio acometió más vigorosamente los planes para conseguir la unión de todos los protestantes y también de los Estados que no lo eran contra la casa de Habsburgo y el papa, a fin de salvar la libertad religiosa. El tiempo que dedicó a esas negociaciones tuvo que ser considerable, queriendo unirlos en una liga de cuerpos tan dispersos como Francia y la república de Venecia. Lo que hubiera sido de este plan si su vida hubiera sido más larga es imposible saberlo, pero en 1530 creó la Liga de Esmalcalda, de la que los luteranos se separaron y en la que Francia y Venecia no entraron. Dentro de Suiza, los planes de Zwinglio para la libertad religiosa fueron igualmente infructuosos, ya que cinco cantones: Uri, Schwyz, Unterwalden, Lucerna y Zug, rechazaron permitir la predicación de la fe reformada dentro de sus fronteras. La guerra estalló, pero en Cappel, quince kilómetros al sur de Zurich, donde los ejércitos enemigos iban a encontrarse, se arregló una paz apresurada. Los cinco cantones rechazaron ratificar el acuerdo de sus representantes, de modo que los predicadores evangélicos fueron excluidos de sus territorios. Zwinglio vio claramente que tal paz era transitoria, pero aunque deseaba que los cantones fueran obligados a mantener la promesas que habían hecho, no quería tener que obligarlos por medidas crueles que adoptaran los cantones protestantes, como impedir que los cinco cantones compraran cosas necesarias, especialmente sal, bloqueando su entrada.

 

Dieta de Augsburgo y trabajo en Zurich.

 

El 30 de junio de 1530 se convocó la famosa dieta de Augsburgo, a la que Zwinglio envió una breve confesión de fe e intentó, probablemente sin éxito, que el emperador la conociera. Era una confesión personal, pero es uno de los documentos más interesantes de la Reforma. En la misma expresa sobre la Cena:

 

Creo que en la santa eucaristía, es decir, la cena de acción de gracias, el verdadero cuerpo de Cristo está presente mediante la contemplación de la fe; es decir, que aquellos que agradecen al Señor por la bondad otorgada a nosotros en su Hijo, reconocen que él asumió verdadera carne, que sufrió verdaderamente en la misma, que verdaderamente limpió nuestros pecados con su propia sangre; de forma que todo lo hecho por Cristo se hace presente a ellos por la contemplación de la fe. Pero que el cuerpo de Cristo en esencia y realmente, es decir, el cuerpo natural mismo, esté presente en la cena o sea masticado con nuestra boca o dientes, como los papistas y algunos que anhelan los platos de carne de Egipto afirman, no solo lo negamos, sino que firmemente mantenemos que es un error opuesto a la Palabra de Dios.'

 

Zwinglio desempeñó un papel prominente en el protestantismo e hizo de Zurich un lugar destacado. Su trabajo educativo fue importante. Era un maestro nato y cuando tuvo alumnos en Glarus, algunas cartas de ellos que se han preservado muestran lo buen maestro que era. Su librito que regaló a su hijastro muestra al sabio pedagogo, por lo que cuando sus otras responsabilidades se lo permitieron, aceptó el puesto de rector de la escuela Carolinum, del Gran Minster en Zurich (1525), haciendo mucho para mejorar su curriculum. Pero no solo la educación reclamó su atención. Al ser el gran hombre en Zurich era consultado sobre cualquier tema, por cualquiera de los magistrados o de los ciudadanos. Su correspondencia le obligaba a trabajar duro por las noches tras los ocupados días, fluyendo de su pluma una multitud de tratados, en latín para el público más amplio y en alemán para llegar a los de su propia nación. Esos tratados fueron a veces rápidamente escritos y algunos son de poco interés actual, pero la mayoría de ellos merece la pena leerlos. Los hay polémicos, como los que intercambió con Lutero sobre la Cena; expositivos de su posición teológica en general o particular sobre ciertos puntos; prácticos, dando guía a los predicadores sobre cómo predicar el evangelio; o patrióticos, nobles proclamas contra la guerra y los mercenarios. Esos escritos muestran la amplia mentalidad de Zwinglio y fundamentan la afirmación de que si viviera hoy sería un hombre moderno en todos los aspectos.

Guerra civil

y muerte de Zwinglio.

 

Pero su vida de empresas tan arduas estaba llegando a su fin, no por la debilidad de su capacidad física, ni porque su cerebro ya no funcionara, sino porque la lucha fratricida que temporalmente se había evitado estalló de nuevo. El 15 de mayo de 1531 los cantones que habían aceptado la Reforma se reunieron, sabiendo que los cinco cantones, que eran fuertemente católicos, habían rechazado guardar el tratado que sus representantes habían firmado el año anterior, resolviendo que si no se avenían a razones les impedirían cruzar la frontera para comprar trigo, sal, hierro, acero y otras cosas necesarias. Era una cruda medida que Zurich resistió, pero que salió aprobada. Tan pronto como el edicto se puso en ejecución, los cinco cantones se prepararon para la guerra, atacando primero a Zurich que era la ciudad que estaba a su paso al descender de las montañas. El 9 de octubre de 1531 sus tropas cruzaron la frontera de Zurich, que estaba a solo quince kilómetros de la ciudad, llegando las noticias esa misma tarde. Por extraño que parezca, no parecía haber temor de que la guerra estuviera tan cerca, por lo que no estaban preparados para ella. Fue una turba, más que un pequeño ejército de los famosos soldados suizos, la que salió apresuradamente de la ciudad. Su objetivo era Cappel, reuniéndose allí al día siguiente, viernes, 11 de octubre de 1531, con el principal ejército, en el que estaba Zwinglio vestido con una armadura, aunque él no era combatiente, si bien permaneció en el fragor de la batalla, estando allí porque era el principal pastor de Zurich. Estaba sentenciado que Zurich sería derrotada, al tener sólo dos mil setecientos hombres mal dirigidos, contra ocho mil.

 

Abrumados, en poco tiempo quedaron casi aniquilados, siendo la batalla de Cappel una repetición de la de Flodden Field (9 de septiembre de 1513). Quinientos zuricheses fueron asesinados, entre ellos representantes de las familias más prominentes de la ciudad. Pero el más grande de todos los caídos fue Zwinglio. Herido primero por una flecha y golpeado luego en la cabeza por una piedra, fue muerto por un golpe de espada. Durante un intervalo no fue reconocido, pero cuando se supo que aquel cadáver era el de Zwinglio fue tratado con mayor indignidad, porque era el autor de las regulaciones que habían originado la guerra, lo cual no era verdad, y también el dirigente de la Reforma, lo cual sí era verdad.

 

El cuerpo fue entregado al verdugo, que lo descuartizó como si fuera el de un traidor y lo quemó, como si fuera un hereje. La guerra acabó en un tratado que era, por supuesto, favorable a los cinco cantones, aunque no tan duro como podría esperarse. Todos los planes de Zwinglio para formar una liga de príncipes, cantones y ciudades contra el papa y el emperador y todas sus esperanzas de enviar misioneros reformados a los cantones católicos acabaron para siempre. Mucho por lo que él luchó para la práctica y la teología en la Iglesia, no le sobrevivió. La música se restauró en las iglesias (1598) y sus ideas eucarísticas fueron sustituidas entre los reformados por las de Calvino. Sin embargo, al ir siendo mejor conocido, su claridad de mente, independencia y voluntad progresista le ganaron fama creciente, situándolo al lado de Lutero como líder de la hueste protestante.

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